3/11/2018, 19:29
—Adelante.
Nada más entrar, Yota pudo ver al Morikage sentado tras la mesa, en el centro de la sala. Las ventanas correderas estaban abiertas parcialmente, y la brisa nocturna se colaba por ellas haciendo que la temperatura fuese más baja que en el resto del edificio.
Kenzou tenía una mano en la nuca y estiraba el cuello de un lado a otro, con visibles molestias. Nada más verle, sin embargo, su boca esbozó una sonrisa. La sonrisa de alguien que se ponía muy contento con la nueva visita.
—Oh, Yota-kun. Cuánto tiempo. Llegas en el momento perfecto —le aseguró, levantándose—. ¿Qué te parece si ayudas a este viejo saco de huesos a estirar un poco los músculos? No me vendría mal una peleilla después de pasarme el día aquí sentado. —Normalmente se tomaba un respiro mientras meditaba en la azotea, pero aquel día había tenido mucho más trabajo que de costumbre.
Nada más entrar, Yota pudo ver al Morikage sentado tras la mesa, en el centro de la sala. Las ventanas correderas estaban abiertas parcialmente, y la brisa nocturna se colaba por ellas haciendo que la temperatura fuese más baja que en el resto del edificio.
Kenzou tenía una mano en la nuca y estiraba el cuello de un lado a otro, con visibles molestias. Nada más verle, sin embargo, su boca esbozó una sonrisa. La sonrisa de alguien que se ponía muy contento con la nueva visita.
—Oh, Yota-kun. Cuánto tiempo. Llegas en el momento perfecto —le aseguró, levantándose—. ¿Qué te parece si ayudas a este viejo saco de huesos a estirar un poco los músculos? No me vendría mal una peleilla después de pasarme el día aquí sentado. —Normalmente se tomaba un respiro mientras meditaba en la azotea, pero aquel día había tenido mucho más trabajo que de costumbre.