Los genin saltaron por treinta minutos aproximadamente árbol tras árbol salpicando el agua de las ramas hasta chocar con un camino. Para ese entonces la lluvia había cesado y un tímido sol se iba dando paso por las nubes para proyectas intensos rayos luz. El camino, aunque de tierra estaba bien delineado y en un cartel próximo a una bifurcación señalaba las tres direcciones posibles:
“Torre de Meditación” “Ruinas de Iwakure” y “Notsuba”
Geki, de un salto cayó medidamente justo en medio del camino, esparciendo el agua que se encontraba en pequeños charcos hacia los costados. *Notsuba… este es el camino que tomé para llegar a la Torre* Debería volver por este camino, mientras que el de Amegakure seguir hacia el lado de la bifurcación. El joven se giró hacia su compañero.
-Bueno, creo que nuestro día termina aquí. Dijo el Senju mientras el atardecer se pintaba de anaranjado y a lo lejos se dibujaba un arcoíris en el cielo casi trasparente por la reciente lluvia.
-Deberíamos volver, no sé, pero ese lobo me ha llamado la atención. Propuso –En cien días ¿Qué te parece? Pero esta vez trae agua. Geki le sonrió de nuevo a su compañero. Esperaba encontrarlo en algún futuro.
El lobo blanco había cavado una duda dentro de alguien que tenía amor por los animales y de seguro aquellos cazadores luego de recuperados iban a insistir en tratar de atraparlo de nuevo, no podía permitirlo.
Geki saco el mapa inútil otra vez desde dentro de sus ropajes, lo observó, lo doblo de nuevo y lo volvió a guardar. Se encogió de hombros –Qué decirte, creo que este mapa no sirve. Y estiró su brazo amablemente con la palma abierta para esperar que el Yotsuki la estrechara en forma de saludo.
Aunque había sido corta, la aventura había acercado a los dos muchachos, quizá no como amigos, pero para Geki conocer a personas de otras aldeas ya era un paso significante para él.
Si todas las aldeas se comportaran como una sola ¿Seguirían existiendo las guerras?
“Torre de Meditación” “Ruinas de Iwakure” y “Notsuba”
Geki, de un salto cayó medidamente justo en medio del camino, esparciendo el agua que se encontraba en pequeños charcos hacia los costados. *Notsuba… este es el camino que tomé para llegar a la Torre* Debería volver por este camino, mientras que el de Amegakure seguir hacia el lado de la bifurcación. El joven se giró hacia su compañero.
-Bueno, creo que nuestro día termina aquí. Dijo el Senju mientras el atardecer se pintaba de anaranjado y a lo lejos se dibujaba un arcoíris en el cielo casi trasparente por la reciente lluvia.
-Deberíamos volver, no sé, pero ese lobo me ha llamado la atención. Propuso –En cien días ¿Qué te parece? Pero esta vez trae agua. Geki le sonrió de nuevo a su compañero. Esperaba encontrarlo en algún futuro.
El lobo blanco había cavado una duda dentro de alguien que tenía amor por los animales y de seguro aquellos cazadores luego de recuperados iban a insistir en tratar de atraparlo de nuevo, no podía permitirlo.
Geki saco el mapa inútil otra vez desde dentro de sus ropajes, lo observó, lo doblo de nuevo y lo volvió a guardar. Se encogió de hombros –Qué decirte, creo que este mapa no sirve. Y estiró su brazo amablemente con la palma abierta para esperar que el Yotsuki la estrechara en forma de saludo.
Aunque había sido corta, la aventura había acercado a los dos muchachos, quizá no como amigos, pero para Geki conocer a personas de otras aldeas ya era un paso significante para él.
Si todas las aldeas se comportaran como una sola ¿Seguirían existiendo las guerras?