3/10/2015, 22:06
Cual franela en una chaqueta, el albino se fusionaba en un solo ser con su bol de ramen. No era demasiado aficionado a éste tipo de comida, él era mas de carne... pero eso vendría después. La carne también estaba sobre la mesa, y como bien se dice, lo bueno se hace esperar. Entre sorbo y succión de fideos, el albino escuchó la respuesta de su antagonista. Incluso mostraba una curiosa y fascinante falsa curiosidad.
—Si, estoy bien... gracias por preguntar.—
Evidentemente, a ese juego podían jugar dos.
Por otro lado, su comentario a cerca de las miradas terminó sacando algo que el chico escondía. Al parecer él también las conocía, y no terminaban de agradarle. ¿Por qué? Si te muestran sus verdaderos sentimientos, es cuando realmente llegas a conocerlos... y no hay nada que te muestre mas el alma que una mirada de puro odio, pues el odio es la verdadera naturaleza humana.
—Una mirada que te dice todo lo que sienten, valen mas que mil palabras... al menos cuando te miran así, sabes qué es lo que sienten. Hay veces que es mejor esa mirada a una sonrisa.—
Tras esas palabras volvió a sonreír sin embargo. Quizás para que llegase a comprender lo que decía, o simplemente porque le hacía gracia el sentido que había tomado la conversación.
—Éste ramen está genial, ¿verdad?— Comentó, volviendo al ataque contra su bol.
—Si, estoy bien... gracias por preguntar.—
Evidentemente, a ese juego podían jugar dos.
Por otro lado, su comentario a cerca de las miradas terminó sacando algo que el chico escondía. Al parecer él también las conocía, y no terminaban de agradarle. ¿Por qué? Si te muestran sus verdaderos sentimientos, es cuando realmente llegas a conocerlos... y no hay nada que te muestre mas el alma que una mirada de puro odio, pues el odio es la verdadera naturaleza humana.
—Una mirada que te dice todo lo que sienten, valen mas que mil palabras... al menos cuando te miran así, sabes qué es lo que sienten. Hay veces que es mejor esa mirada a una sonrisa.—
Tras esas palabras volvió a sonreír sin embargo. Quizás para que llegase a comprender lo que decía, o simplemente porque le hacía gracia el sentido que había tomado la conversación.
—Éste ramen está genial, ¿verdad?— Comentó, volviendo al ataque contra su bol.