6/11/2018, 20:38
Era una mañana fresca en Kusagakure, la helada que había pintado el pasto de un blanco débil, poco a poco iba desapareciendo mientras se asomaban los rayos de sol matinales. Algunos pájaros cantaban cerca de la ventana de la casa de Fujui, pero revolotearon espantados por gritos provenientes de la vivienda y emprendieron vuelo alejándose.
- No pienso ir a esa fiesta y menos acompañado de una enfermera, ¿Qué pensaran de mí? ¡Lárguense! Ya he tomado una decisión.
- Pero señor, sus hermanos han pedido que asista.
- ¡Mis hermanos saben dónde vivo! ¡Si tienen tantas ganas de verme que vengan!
Senju Fujui era un viejo de aproximadamente 80 años, ninja ya jubilado, pasaba el tiempo en el frente de su casa fumando cigarros y echando fuera de su jardín a todo ser vivo que se le acercara. En el correr del año había cambiado de enfermera cinco veces, fuere porque estaba desconforme con ellas o estas mismas renunciaban al no soportar al viejo áspero, gruñón e intransigente.
El veterano había sido invitado como todos los años a la fiesta familiar de la familia Senju. Pero no quería ir, le hería el orgullo de guerrero imbatible que siempre lo trataran como a un niño y que sus familiares lo vieran con aquellos ojos, como quien ve a un perro agonizando en la calle. Para peor, odiaba que le preguntaran sobre su salud o el popular “¿Por qué no dejas de fumar?” era algo que simplemente le irritaba. Así que este año, si esas eran las condiciones prefería que lo borraran de la lista.
Entre sus caprichos, se le ocurrió que podría ir solo, lo que se le negó rotundamente, pero pudieron negociar de enviar dos ninjas “bajo su mandato” a acompañarlo. El viejo con su honor restaurado aceptó y se comenzaron los trámites.
Por lo siguiente se ha decidido (ya que el abuelo quiere ir solo) que dos genin irrelevantes del clan lo acompañen y cuiden de él hasta que llegue a la fiesta.
La familia Senju envió la siguiente carta los shinobis elegidos:
- No pienso ir a esa fiesta y menos acompañado de una enfermera, ¿Qué pensaran de mí? ¡Lárguense! Ya he tomado una decisión.
- Pero señor, sus hermanos han pedido que asista.
- ¡Mis hermanos saben dónde vivo! ¡Si tienen tantas ganas de verme que vengan!
Senju Fujui era un viejo de aproximadamente 80 años, ninja ya jubilado, pasaba el tiempo en el frente de su casa fumando cigarros y echando fuera de su jardín a todo ser vivo que se le acercara. En el correr del año había cambiado de enfermera cinco veces, fuere porque estaba desconforme con ellas o estas mismas renunciaban al no soportar al viejo áspero, gruñón e intransigente.
El veterano había sido invitado como todos los años a la fiesta familiar de la familia Senju. Pero no quería ir, le hería el orgullo de guerrero imbatible que siempre lo trataran como a un niño y que sus familiares lo vieran con aquellos ojos, como quien ve a un perro agonizando en la calle. Para peor, odiaba que le preguntaran sobre su salud o el popular “¿Por qué no dejas de fumar?” era algo que simplemente le irritaba. Así que este año, si esas eran las condiciones prefería que lo borraran de la lista.
Entre sus caprichos, se le ocurrió que podría ir solo, lo que se le negó rotundamente, pero pudieron negociar de enviar dos ninjas “bajo su mandato” a acompañarlo. El viejo con su honor restaurado aceptó y se comenzaron los trámites.
Por lo siguiente se ha decidido (ya que el abuelo quiere ir solo) que dos genin irrelevantes del clan lo acompañen y cuiden de él hasta que llegue a la fiesta.
La familia Senju envió la siguiente carta los shinobis elegidos: