7/11/2018, 13:17
—N-no sé que hablas, ni quién es Kurama. P-pero n-no te acerques t-tanto —balbuceó Juro, completamente aterrorizado. Tanto él como el Uchiha retrocedían con cada paso dado por Kokuō, y Datsue incluso parecía estar escudándose detrás de shinobi de Kusagakure.
«Propio de él.» Asintió Kokuō para sí, deteniendo sus pasos de forma sosegada para no sobresaltar a los dos humanos.
—P-podemos h-hablar d-desde es-esta distancia. Y-yo no puedo hacer nada. Está sellado. Es imposible qu...
Pero de repente calló, y su rostro palideció hasta adquirir el color de la leche. Y Kokuō supo bien lo que estaba ocurriendo. Chōmei estaba hablando con su Jinchūriki.
—S-siento que el Sharingan es lo único que me da confianza p-para no ejecutar un Sunshin no Jutsu ahora mismo y escapar de aquí, Go… Kokuo-dono —intervino Datsue. Y el bijū entrecerró los ojos ligeramente, recelosa—. Shukaku le manda recuerdos… y dice que le gustaría saber cómo consiguió controlar a su… Jinchūriki.
Kokuō dejó escapar un largo suspiro y optó por sentarse en el tocón de un árbol caído. Con los bijū sellados en sus Jinchūriki, y teniendo ella aquel cuerpo humano, estaba claro que no iba a poder hablar con ellos directamente. Era algo que ya había previsto, pero seguía irritándole tener que utilizar a los humanos como intermediarios. De todas maneras, cruzó una pierna sobre la otra con ademán elegante y entonces agitó una mano en el aire.
—Pueden relajarse, no voy a atacarlos. Y, por su bien, espero que tampoco intenten ninguna tontería. Ya nos conocemos —añadió, clavando una peligrosa mirada específicamente en Uchiha Datsue—. Déjenme empezar por el principio y, por favor, no me interrumpan.
»Kurama ha regresado a Oonindo, y ha reclutado a ocho humanos a los que llama "Generales". No son Jinchūriki, pero a cambio de su lealtad les ha otorgado cierto poder y comparte con ellos su chakra —comenzó a hablar. No dio explicaciones sobre quién era Kurama; después de todo, su mensaje no iba dirigido hacia los humanos, sino a sus Hermanos. Y ellos conocían de sobra aquel nombre—. Ha malinterpretado las palabras de Padre, y su intención no es otra que alzarse por encima de los humanos. Crear un imperio, el Imperio de Kurama, y convertirse en un líder absoluto, con nosotros al mando.
Suplicaba Ayame, pero Kokuō la ignoró. Estaba pensativa, y pareció dudar durante un instante: la información que estaba a punto de revelar era muy peligrosa en manos de los humanos, pero interesaba a sus Hermanos. Tardó algunos segundos en decidirse, pero entonces siguió hablando:
—Mi Jinchūriki se encontró con uno de esos Generales. Intentó escapar, pero no lo consiguió. Fue derrotada, y dicho General llevó a cabo una técnica que había desarrollado Kurama: Kyūjū Tensei. Con esta técnica se revierte el control entre el Jinchūriki y el bijū. Así fue como fui liberada, y así es como Kurama se liberó de su propio Jinchūriki. A cambio, una de las consecuencias de estar en este cuerpo humano, es que no puedo hablar con ustedes como antes. Por esa razón Kurama había desaparecido cuando nos reuníamos —concluyó, irritada.
«Propio de él.» Asintió Kokuō para sí, deteniendo sus pasos de forma sosegada para no sobresaltar a los dos humanos.
—P-podemos h-hablar d-desde es-esta distancia. Y-yo no puedo hacer nada. Está sellado. Es imposible qu...
Pero de repente calló, y su rostro palideció hasta adquirir el color de la leche. Y Kokuō supo bien lo que estaba ocurriendo. Chōmei estaba hablando con su Jinchūriki.
—S-siento que el Sharingan es lo único que me da confianza p-para no ejecutar un Sunshin no Jutsu ahora mismo y escapar de aquí, Go… Kokuo-dono —intervino Datsue. Y el bijū entrecerró los ojos ligeramente, recelosa—. Shukaku le manda recuerdos… y dice que le gustaría saber cómo consiguió controlar a su… Jinchūriki.
Kokuō dejó escapar un largo suspiro y optó por sentarse en el tocón de un árbol caído. Con los bijū sellados en sus Jinchūriki, y teniendo ella aquel cuerpo humano, estaba claro que no iba a poder hablar con ellos directamente. Era algo que ya había previsto, pero seguía irritándole tener que utilizar a los humanos como intermediarios. De todas maneras, cruzó una pierna sobre la otra con ademán elegante y entonces agitó una mano en el aire.
—Pueden relajarse, no voy a atacarlos. Y, por su bien, espero que tampoco intenten ninguna tontería. Ya nos conocemos —añadió, clavando una peligrosa mirada específicamente en Uchiha Datsue—. Déjenme empezar por el principio y, por favor, no me interrumpan.
»Kurama ha regresado a Oonindo, y ha reclutado a ocho humanos a los que llama "Generales". No son Jinchūriki, pero a cambio de su lealtad les ha otorgado cierto poder y comparte con ellos su chakra —comenzó a hablar. No dio explicaciones sobre quién era Kurama; después de todo, su mensaje no iba dirigido hacia los humanos, sino a sus Hermanos. Y ellos conocían de sobra aquel nombre—. Ha malinterpretado las palabras de Padre, y su intención no es otra que alzarse por encima de los humanos. Crear un imperio, el Imperio de Kurama, y convertirse en un líder absoluto, con nosotros al mando.
«¡¿Qué?! ¡¿Cómo no me has contado eso antes?! ¡Hay que avisar a todo el mundo! ¡Hay que avisar a Amegakure!»
Suplicaba Ayame, pero Kokuō la ignoró. Estaba pensativa, y pareció dudar durante un instante: la información que estaba a punto de revelar era muy peligrosa en manos de los humanos, pero interesaba a sus Hermanos. Tardó algunos segundos en decidirse, pero entonces siguió hablando:
—Mi Jinchūriki se encontró con uno de esos Generales. Intentó escapar, pero no lo consiguió. Fue derrotada, y dicho General llevó a cabo una técnica que había desarrollado Kurama: Kyūjū Tensei. Con esta técnica se revierte el control entre el Jinchūriki y el bijū. Así fue como fui liberada, y así es como Kurama se liberó de su propio Jinchūriki. A cambio, una de las consecuencias de estar en este cuerpo humano, es que no puedo hablar con ustedes como antes. Por esa razón Kurama había desaparecido cuando nos reuníamos —concluyó, irritada.