8/11/2018, 13:10
(Última modificación: 8/11/2018, 13:12 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
Lejos de recibir una correspondencia por parte de la mujer que desconocía y no me habían presentado, lo que todos tuvimos en su lugar fue una bomba de destrucción masiva de tímpanos, posiblemente entrenada durante años. Cabe decir que aquella bomba la tenía bastante afinada. Ante el estruendo tuve que cerrar los ojos como acto reflejo, como si aquello fuese a protegerme de nada. Sentí que algo rozaba mis cabellos.
— ¡AAAAAAAAAAAAH!
Era Kumopansa, algo la había golpeado y a tenor del chillido y lo sentido anteriormente, fue con dureza.
— Maldita loca del coño...
Me giré y vi como Kumopansa se revolvía en el suelo, dolorida, entre algún que otro bufido. Me hubiese encantado devolverle la patada, incluso decirle lo gilipollas que había sido, pero también pude ver como ahora los ciudadanos del lugar querían ir a por Kumopansa armados con palos y distintos utensilios que iban a utilizar como armamento para la ocasión, así que tuve que acercarme hasta mi compañera de aventuras. Aunque Ayame trató de calmar los ánimos, no parecían querer escucharla, necesitaban más, ya que seguían estrechando el cerco del animal herido.
«Llegó la hora del Yotas»
Desenvainé mi katana por detrás del hombro, alzándola y apuntando hasta el gentío.
— El próximo que toque a la araña contestona se las verá conmigo, ¿algún voluntario?
Al fin llegué hasta la posición de Kumopansa, atrás deberían haber quedado los amejins y delante, toda aquella muchedumbre sedienta de sangre y cansado de tanto alboroto.
— ¿Estás bien? — le dije al arácnido después de agacharme junto a ella.
— Joder, no, tío. ¿Tú has visto esa hostia? creo que me voy a morir
— Vale, ya veo que estás bien, sigues siendo igual de dramática
Pero la muchedumbre no reculó, aunque los bates habían empezado a temblar, en especial los de la primera fila.
— Que alguien avise a las autoridades, ¡estos ninjas de hoy en día están locos!
Autoridades, probablemente en forma de guardias. Solo se me ocurría un sinónimo con el que calificar aquello: problemas.
— ¡AAAAAAAAAAAAH!
Era Kumopansa, algo la había golpeado y a tenor del chillido y lo sentido anteriormente, fue con dureza.
— Maldita loca del coño...
Me giré y vi como Kumopansa se revolvía en el suelo, dolorida, entre algún que otro bufido. Me hubiese encantado devolverle la patada, incluso decirle lo gilipollas que había sido, pero también pude ver como ahora los ciudadanos del lugar querían ir a por Kumopansa armados con palos y distintos utensilios que iban a utilizar como armamento para la ocasión, así que tuve que acercarme hasta mi compañera de aventuras. Aunque Ayame trató de calmar los ánimos, no parecían querer escucharla, necesitaban más, ya que seguían estrechando el cerco del animal herido.
«Llegó la hora del Yotas»
Desenvainé mi katana por detrás del hombro, alzándola y apuntando hasta el gentío.
— El próximo que toque a la araña contestona se las verá conmigo, ¿algún voluntario?
Al fin llegué hasta la posición de Kumopansa, atrás deberían haber quedado los amejins y delante, toda aquella muchedumbre sedienta de sangre y cansado de tanto alboroto.
— ¿Estás bien? — le dije al arácnido después de agacharme junto a ella.
— Joder, no, tío. ¿Tú has visto esa hostia? creo que me voy a morir
— Vale, ya veo que estás bien, sigues siendo igual de dramática
Pero la muchedumbre no reculó, aunque los bates habían empezado a temblar, en especial los de la primera fila.
— Que alguien avise a las autoridades, ¡estos ninjas de hoy en día están locos!
Autoridades, probablemente en forma de guardias. Solo se me ocurría un sinónimo con el que calificar aquello: problemas.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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