8/11/2018, 18:49
Yota corrió a socorrer a su amiga arácnida. La muchedumbre seguía rodeando a ambos, sedientos de la sangre del animal. El Kusajin desenvainó la espada que llevaba tras la espalda, causando que el terror, la duda y la incertidumbre se extendiera por muchos rostros... Y mientras tanto Kiroe y Daruu se deshacían en disculpas y excusas.
Ayame se llevó una mano a la frente, sin tener muy claro qué hacer en una situación así. Sin embargo, su pareja sí parecía saberlo, porque se acercó al Kusajin armado y tras ponerle una mano en el hombro e intercambiar un par de frases con él...
Todos salieron corriendo.
La fiesta de disfraces se había terminado.
—¡Hacia Yachi, rápido! ¡Aquí no estamos seguros ya!
—¡¿Pero alguien me puede explicar por qué estamos huyendo en nuestro propio país?! —exclamaba Ayame, entre resuellos de esfuerzo—. ¡Somos ninjas de Amegakure, nosostros somos el orden! ¡Y tú eres Chūnin, Daruu-kun! ¡No deberíamos estar corriendo así!
Ayame se llevó una mano a la frente, sin tener muy claro qué hacer en una situación así. Sin embargo, su pareja sí parecía saberlo, porque se acercó al Kusajin armado y tras ponerle una mano en el hombro e intercambiar un par de frases con él...
Todos salieron corriendo.
La fiesta de disfraces se había terminado.
—¡Hacia Yachi, rápido! ¡Aquí no estamos seguros ya!
—¡¿Pero alguien me puede explicar por qué estamos huyendo en nuestro propio país?! —exclamaba Ayame, entre resuellos de esfuerzo—. ¡Somos ninjas de Amegakure, nosostros somos el orden! ¡Y tú eres Chūnin, Daruu-kun! ¡No deberíamos estar corriendo así!