15/11/2018, 02:11
(Última modificación: 15/11/2018, 22:51 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Datsue el Intrépido había desandado el camino y llegado a la posición justa donde se había encontrado a Ayame. «Kokuō», se corrigió. Tras asegurarse de que no había nadie, descendió al suelo y buscó un rastro. No tardó en encontrar el que había dejado él: pequeñas marcas de su caída tonta, y la huella inconfundible de sus botas en la tierra.
Se dirigió entonces al punto donde se había encontrado Kokuō. Fue fácil de hallarlo, pues se había pasado gran parte del tiempo sentado sobre el tocón de un árbol caído. Se agachó y pasó una mano por la tierra…
«Aquí», halló, inconfundibles. Los talones de unas sandalias girando sobre sí mismas. Metros más allá, una rama partida. Datsue respiró hondo y trató de serenar un corazón que empezaba a latir con nerviosismo. «Tranquilízate, joder. Eres un puto clon».
Sabiéndose más seguro en las alturas, volvió a ascender por los árboles y emprendió su marcha.
Datsue el Cobarde suspiró.
—Sí, Juro. Va a donde crees que va.
Alzó la mirada al cielo, mientras el kusajin seguía hablando. Localizó el sol, y se orientó. El sur debería quedar por… «allí».
—Sí, sí. Tienes razón, larguémonos de aquí. —concedió, emprendiendo él mismo la marcha—. Vamos hacia el sur, hacia el Paraje de Bambú. Luego tú torcerás para tu villa y yo para la mía. Escucha, mi clon no se dejará ver tan rápidamente —le tranquilizó. Esperaba que no lo hiciese, al menos—. Si la encuentra, mantendrá la distancia hasta descubrir hacia qué dirección va. Por desgracia no puedo mantener el clon eternamente, pero a sí al menos no llegaremos con las manos vacías y nuestros Kages tendrán una primera dirección en la que buscar. —Si es que querían colaborar con Ame, claro… Conociendo a Hanabi, apostaba a que sí.
Y ahí estaba. Un aura de chakra inmensa e inconfundible, en la distancia. Si no fuese por el Sharingan, probablemente ni la hubiese visto, a tantos metros que se encontraban —debían ser unos veinte—.
El Uchiha se parapetó tras el gran tronco de árbol sobre el que se encontraba y sacó la cabeza muy lentamente, mientras formaba un sello y su cuerpo se volvía invisible. La magia del Meisaigakure no Jutsu.
«Vamos, vamos, tranquilízate. Estos troncos son gigantes. Es fácil esconderse y las ramas son tan gruesas que no se inmutan ante tu peso. Tú con calma… descubramos primero hacia dónde se dirige.»
Se dirigió entonces al punto donde se había encontrado Kokuō. Fue fácil de hallarlo, pues se había pasado gran parte del tiempo sentado sobre el tocón de un árbol caído. Se agachó y pasó una mano por la tierra…
«Aquí», halló, inconfundibles. Los talones de unas sandalias girando sobre sí mismas. Metros más allá, una rama partida. Datsue respiró hondo y trató de serenar un corazón que empezaba a latir con nerviosismo. «Tranquilízate, joder. Eres un puto clon».
Sabiéndose más seguro en las alturas, volvió a ascender por los árboles y emprendió su marcha.
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Datsue el Cobarde suspiró.
—Sí, Juro. Va a donde crees que va.
Alzó la mirada al cielo, mientras el kusajin seguía hablando. Localizó el sol, y se orientó. El sur debería quedar por… «allí».
—Sí, sí. Tienes razón, larguémonos de aquí. —concedió, emprendiendo él mismo la marcha—. Vamos hacia el sur, hacia el Paraje de Bambú. Luego tú torcerás para tu villa y yo para la mía. Escucha, mi clon no se dejará ver tan rápidamente —le tranquilizó. Esperaba que no lo hiciese, al menos—. Si la encuentra, mantendrá la distancia hasta descubrir hacia qué dirección va. Por desgracia no puedo mantener el clon eternamente, pero a sí al menos no llegaremos con las manos vacías y nuestros Kages tendrán una primera dirección en la que buscar. —Si es que querían colaborar con Ame, claro… Conociendo a Hanabi, apostaba a que sí.
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Y ahí estaba. Un aura de chakra inmensa e inconfundible, en la distancia. Si no fuese por el Sharingan, probablemente ni la hubiese visto, a tantos metros que se encontraban —debían ser unos veinte—.
El Uchiha se parapetó tras el gran tronco de árbol sobre el que se encontraba y sacó la cabeza muy lentamente, mientras formaba un sello y su cuerpo se volvía invisible. La magia del Meisaigakure no Jutsu.
«Vamos, vamos, tranquilízate. Estos troncos son gigantes. Es fácil esconderse y las ramas son tan gruesas que no se inmutan ante tu peso. Tú con calma… descubramos primero hacia dónde se dirige.»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado