16/11/2018, 21:36
—Se llama Kumopansa, Daruu-kun —replicó Yota, para sorpresa de Ayame. No debería haberse visto sorprendida por el hecho de que la araña tuviera un nombre, si era de verdad una invocación como había sospechado, pero lo cierto es que lo hizo. Y también le hizo cierta gracia el nombre de la aludida; pero, lejos de reírse en voz alta, se anotó para sí misma que debía presentarse ante el arácnido debidamente la próxima vez que lo vieran—. Y bueno, parece un lugar perfecto, así que por mi no hay problemas. Kumopansa no va a venir, así que no hay nada que temer. Siempre y cuando no sea un problema meter a un guiri de la hierba en tu casa.
Ayame se mordió el labio inferior, nerviosa ante lo tenso del ambiente. Miró de reojo a su pareja, que en aquel momento se encogía de hombros.
—Hombre, mientras no tires la basura al suelo como has hecho con el vaso, por mi no tengo problema. Bueno, sí, uno pequeño, insignificante. Que desde lo de Uzushiogakure me fio muy poco de los extranjeros. Por mucho que hayamos sido amigos... también lo fui de Uzumaki Eri. Y al final, resultó ser otra rata traicionera más.
Aquello fue como un golpe directo dirigido hacia ella. Ayame se adelantó, dispuesta a protestar por el honor de la que había sido su amiga, pero se detuvo a medio camino con los labios entreabiertos al recordar las terribles visiones de Uzumaki Eri arrancándole los ojos a Daruu con sus propias manos.
«¡Eso no fue real!» Se recordó, pero una maliciosa vocecilla no tardó en responder a aquello: "Pero sí lo fue que esposó a Daruu por orden de Uchiha Akame".
Daruu se dio la vuelta, dispuesto a andar el camino hacia casa, y Ayame rezongó por detrás de él, apretando los puños.
—Un movimiento equivocado y podrías encontrar tu cabeza separada del cuerpo. Considéralo un aviso. Decido creerte, pero los hechos demostrarán si puedo o no confiar en ti.
«Daruu-kun...» La muchacha lanzó un largo y tendido suspiro, hastiada e impotente ante una actitud que no sabía cómo enfrentar.
—Perdónale —le susurró a Yota, a espaldas de su pareja para que no la escuchara.
Lo último que le faltaría sería que la considerara a ella también una traidora o algo así.
Ayame se mordió el labio inferior, nerviosa ante lo tenso del ambiente. Miró de reojo a su pareja, que en aquel momento se encogía de hombros.
—Hombre, mientras no tires la basura al suelo como has hecho con el vaso, por mi no tengo problema. Bueno, sí, uno pequeño, insignificante. Que desde lo de Uzushiogakure me fio muy poco de los extranjeros. Por mucho que hayamos sido amigos... también lo fui de Uzumaki Eri. Y al final, resultó ser otra rata traicionera más.
Aquello fue como un golpe directo dirigido hacia ella. Ayame se adelantó, dispuesta a protestar por el honor de la que había sido su amiga, pero se detuvo a medio camino con los labios entreabiertos al recordar las terribles visiones de Uzumaki Eri arrancándole los ojos a Daruu con sus propias manos.
«¡Eso no fue real!» Se recordó, pero una maliciosa vocecilla no tardó en responder a aquello: "Pero sí lo fue que esposó a Daruu por orden de Uchiha Akame".
Daruu se dio la vuelta, dispuesto a andar el camino hacia casa, y Ayame rezongó por detrás de él, apretando los puños.
—Un movimiento equivocado y podrías encontrar tu cabeza separada del cuerpo. Considéralo un aviso. Decido creerte, pero los hechos demostrarán si puedo o no confiar en ti.
«Daruu-kun...» La muchacha lanzó un largo y tendido suspiro, hastiada e impotente ante una actitud que no sabía cómo enfrentar.
—Perdónale —le susurró a Yota, a espaldas de su pareja para que no la escuchara.
Lo último que le faltaría sería que la considerara a ella también una traidora o algo así.