20/11/2018, 00:48
(Última modificación: 20/11/2018, 00:50 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
El Uchiha sonrió. Esperar que las cosas se hubiesen calmado para su reencuentro era ser muy optimista.
—Avísame por aquí cuando llegues —dijo, señalándose el sello de la muñeca—. Para saber que has llegado sano y salvo. —«Oh, cuánto amor se respira. Pero es uno de los pocos extranjeros con el que has hecho migas en un tiempo. Así que sí, mejor cuidar esta pequeña amistad».
No fue hasta ese momento, cuando se despidió de Juro, que desactivó el Sharingan. Lo había tenido durante todo el trayecto, todavía con demasiada tensión en el cuerpo como para atreverse a apagarlo. Pero ahora, tanto la lógica como el instinto le decían que estaba a salvo. A salvo de una bijuudama a traición.
Sus pasos le llevarían al paraje de bambú, donde a la noche, al no encontrar refugio construido por la mano del hombre, encendería un fuego y se acurrucaría en su saco de dormir. A la mañana, acabadas las provisiones, no le quedaría más remedio que cazar para llevarse algo a la boca.
Llegado al Valle del Fin, y ya más familiarizado con el terreno, se dirigió directo a Minori, donde descansó en una conocida posada y llenó el bandullo.
Si no sucedía ningún contratiempo, no sería hasta cuatro días más tarde que regresaría a Uzushiogakure no Sato.
De vuelta a su casa…
De vuelta a la seguridad…
… y de vuelta a traerle nuevos problemas a su Uzukage.
—Avísame por aquí cuando llegues —dijo, señalándose el sello de la muñeca—. Para saber que has llegado sano y salvo. —«Oh, cuánto amor se respira. Pero es uno de los pocos extranjeros con el que has hecho migas en un tiempo. Así que sí, mejor cuidar esta pequeña amistad».
No fue hasta ese momento, cuando se despidió de Juro, que desactivó el Sharingan. Lo había tenido durante todo el trayecto, todavía con demasiada tensión en el cuerpo como para atreverse a apagarlo. Pero ahora, tanto la lógica como el instinto le decían que estaba a salvo. A salvo de una bijuudama a traición.
Sus pasos le llevarían al paraje de bambú, donde a la noche, al no encontrar refugio construido por la mano del hombre, encendería un fuego y se acurrucaría en su saco de dormir. A la mañana, acabadas las provisiones, no le quedaría más remedio que cazar para llevarse algo a la boca.
Llegado al Valle del Fin, y ya más familiarizado con el terreno, se dirigió directo a Minori, donde descansó en una conocida posada y llenó el bandullo.
Si no sucedía ningún contratiempo, no sería hasta cuatro días más tarde que regresaría a Uzushiogakure no Sato.
De vuelta a su casa…
De vuelta a la seguridad…
… y de vuelta a traerle nuevos problemas a su Uzukage.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado