20/11/2018, 23:52
Cuando alguien más te falla, nunca puedes dejar de confiar en ti misma. Además, era una ventaja poder contar con un clon que sirviese de consuelo en situaciones como esta. Los hombres de seguridad dejaron pasar a la Aburame sin moverse de su lugar, parecían estatuas inamovibles ante su presencia. Cuando ella entrara la luz del interior le generaría un contraste bastante notorio respecto al exterior. Todo el sitio estaba perfectamente iluminado de arriba hasta abajo por candelabros de color de oro con algunos cristales colgando, bajo un techo pintado a manera de mural que imitaba un cielo nocturno estrellado. El piso era de azulejos de marfil encerado, los cuales resplandecían como espejos de todos aquellos que estaban presentes. Era posible apreciar una mesa larga con un mantel largo llena de platos con botanas, mientras varios camareros y meseras iban de aquí para allá con sus charolas llenas de copas y vasos de distintas bebidas.
En los alrededores de la estancia, distintos artículos se encontraban en exposición sobre pedestales de madera tallados. Cuadros pintados, armas decoradas, ropas de diseñador, artefactos tecnológicos antiguos. No parecía que existiese un limite entre lo que podía ser encontrado ahí, pero todo seguramente tenía un alto valor monetario.
Si se avanzaba al interior del recinto, muchas personas ya estaban dispuestas en las distintas mesas para jugar a las cartas y a los dados. Algunos reían y otros lloraban de frustración al ver sus inversiones irse, mientras era posible apreciar a algunos trabajadores al fondo del establecimiento preparar una tarima y sillas a manera de escenario para un evento que aún estaba por comenzar.
El ambiente era muy agradable, incluso si se trataba sólo de curiosear. Una mujer de vestido negro y cabellos cortos de tonalidades negras tocaba un arpa mientras un muchacho le acompañaba con el piano, amenizando la velada con su relajante música. No importaba a dónde fueras, siempre habría algo que ver. Claramente, no faltaban los guardias que tanto anhelaba la kunoichi, dispuestos alrededor de todo el salón.
Quizás, lo único que desentonaba en ese sitio, era cierta figura de cabellos tricolor que se paseaba con una copa en manos mientras escudriñaba a todos los presentes. "Vaya, acá todo mundo parecen unos socialités". Se burlaba altivamente el Yotsuki.
Vestía con una camisa y chaleco formal en tonalidad azul marino, pero obvió la parte de usar moño o corbata en el conjunto, dándole un aire un tanto desaliñado. Su pantalón y zapatos eran de color negro. Su cabello, pues, intentó domarlo con algo de gel, porque de otra forma esas hebras serían imposibles de mantener lacias en su lugar. No portaba saco puesto, pero lo llevaba doblado en el brazo izquierdo mientras bebía de su copa un jugo de uva a falta de edad para ingerir alcohol. "Dejaré que se junte un buen pozo antes de entrar al ruedo." Reflexionaba mientras rondaba cómo ave de rapiña la zona de juegos de azar.
En los alrededores de la estancia, distintos artículos se encontraban en exposición sobre pedestales de madera tallados. Cuadros pintados, armas decoradas, ropas de diseñador, artefactos tecnológicos antiguos. No parecía que existiese un limite entre lo que podía ser encontrado ahí, pero todo seguramente tenía un alto valor monetario.
Si se avanzaba al interior del recinto, muchas personas ya estaban dispuestas en las distintas mesas para jugar a las cartas y a los dados. Algunos reían y otros lloraban de frustración al ver sus inversiones irse, mientras era posible apreciar a algunos trabajadores al fondo del establecimiento preparar una tarima y sillas a manera de escenario para un evento que aún estaba por comenzar.
El ambiente era muy agradable, incluso si se trataba sólo de curiosear. Una mujer de vestido negro y cabellos cortos de tonalidades negras tocaba un arpa mientras un muchacho le acompañaba con el piano, amenizando la velada con su relajante música. No importaba a dónde fueras, siempre habría algo que ver. Claramente, no faltaban los guardias que tanto anhelaba la kunoichi, dispuestos alrededor de todo el salón.
Quizás, lo único que desentonaba en ese sitio, era cierta figura de cabellos tricolor que se paseaba con una copa en manos mientras escudriñaba a todos los presentes. "Vaya, acá todo mundo parecen unos socialités". Se burlaba altivamente el Yotsuki.
Vestía con una camisa y chaleco formal en tonalidad azul marino, pero obvió la parte de usar moño o corbata en el conjunto, dándole un aire un tanto desaliñado. Su pantalón y zapatos eran de color negro. Su cabello, pues, intentó domarlo con algo de gel, porque de otra forma esas hebras serían imposibles de mantener lacias en su lugar. No portaba saco puesto, pero lo llevaba doblado en el brazo izquierdo mientras bebía de su copa un jugo de uva a falta de edad para ingerir alcohol. "Dejaré que se junte un buen pozo antes de entrar al ruedo." Reflexionaba mientras rondaba cómo ave de rapiña la zona de juegos de azar.