21/11/2018, 13:25
El primer instinto de Akame ante la reacción de la matona fue el de tirarse encima de ella y reducirla con alguna llave —y una buena cantidad de golpes en la cabeza—, pero algo le detuvo. La forma de expresarse de aquella tipa, y el hecho de que conociese el nombre completo de Reika, eran tan sólo indicios de que allí había algo raro. Cauto, el jōnin optó por hacerle caso a la sicaria —a medias— y tras sacar una bobina de hilo ninja, cortó una buena sección y ató las muñecas de aquella tipa a su espalda.
Sólo entonces se apartó de ella y miró el cuerpo inconsciente de Reika.
—¿Y bien?
Cuando la kunoichi cumpliese su palabra, Akame quedaría totalmente asombrado por lo que acababa de ver.
—¿Cómo... Cómo has hecho eso? —preguntó, estupefacto. «¿Un jutsu que permite controlar el cuerpo de otras personas contra su voluntad? ¿Existe siquiera una técnica tan poderosa?»—. Es una técnica secreta, ¿verdad?
Sea como fuere, tenían cosas más apremiantes que hacer. Karamaru, inconsciente hasta el momento, empezó a convulsionar violentamente y a echar espuma por la boca.
—Maldita sea, el efecto de mi antídoto debe estar pasando. Si no hacemos algo rápido el calvo se nos va a morir.
Justo en ese momento la sicaria recobraba la consciencia. Todavía aturdida, la corpulenta mujer trató de zafarse —sin éxito— de sus ataduras.
—¿¡Qué mierda...!? ¿¡Qué me habéis hecho, hijoputas!? —quiso saber la sicaria—. Comemierdas, ¡¡estáis muertos!! ¡Vosotros estáis muertos, en cuanto el Trucho se entere...!
Akame le propinó un feroz puntapie en la boca, que le cortó las amenazas de raíz y le hizo saltar varios dientes. Con la boca llena de sangre, la matona se revolvió de dolor, pero no volvió a protestar.
—Reika-san, ¿tu técnica te permite leerle la mente a la gente? ¿Tienes algún jutsu de interrogación? Porque ahora sería un excelente momento para usarlo. Tenemos que averiguar dónde está ese tal Trucho, y rápido. Karamaru-san necesita asistencia médica...
El jōnin formó un sello muy particular, y al instante dos copias exactas de sí mismo surgieron junto a los ninjas.
—Llevadlo al pueblo y buscad ayuda médica, ¡rápido! —ordenó el original.
Los Kage Bunshin cogieron el cuerpo de Karamaru en volandas y abandonaron la escena.
Sólo entonces se apartó de ella y miró el cuerpo inconsciente de Reika.
—¿Y bien?
Cuando la kunoichi cumpliese su palabra, Akame quedaría totalmente asombrado por lo que acababa de ver.
—¿Cómo... Cómo has hecho eso? —preguntó, estupefacto. «¿Un jutsu que permite controlar el cuerpo de otras personas contra su voluntad? ¿Existe siquiera una técnica tan poderosa?»—. Es una técnica secreta, ¿verdad?
Sea como fuere, tenían cosas más apremiantes que hacer. Karamaru, inconsciente hasta el momento, empezó a convulsionar violentamente y a echar espuma por la boca.
—Maldita sea, el efecto de mi antídoto debe estar pasando. Si no hacemos algo rápido el calvo se nos va a morir.
Justo en ese momento la sicaria recobraba la consciencia. Todavía aturdida, la corpulenta mujer trató de zafarse —sin éxito— de sus ataduras.
—¿¡Qué mierda...!? ¿¡Qué me habéis hecho, hijoputas!? —quiso saber la sicaria—. Comemierdas, ¡¡estáis muertos!! ¡Vosotros estáis muertos, en cuanto el Trucho se entere...!
Akame le propinó un feroz puntapie en la boca, que le cortó las amenazas de raíz y le hizo saltar varios dientes. Con la boca llena de sangre, la matona se revolvió de dolor, pero no volvió a protestar.
—Reika-san, ¿tu técnica te permite leerle la mente a la gente? ¿Tienes algún jutsu de interrogación? Porque ahora sería un excelente momento para usarlo. Tenemos que averiguar dónde está ese tal Trucho, y rápido. Karamaru-san necesita asistencia médica...
El jōnin formó un sello muy particular, y al instante dos copias exactas de sí mismo surgieron junto a los ninjas.
—Llevadlo al pueblo y buscad ayuda médica, ¡rápido! —ordenó el original.
Los Kage Bunshin cogieron el cuerpo de Karamaru en volandas y abandonaron la escena.