22/11/2018, 12:12
—Os equivocáis ambos —habló Yota, alzando la mirada de sus ojos dorados para clavarlos en ambos.
Y Ayame le devolvió una mirada cargada de confusión. De repentem el Kusajin estampó el puño contra su rodilla y la rabia le envolvió por completo. Fue su turno de hablar, y a cada palabra pronunciada el gesto de Ayame se tornaba más y más horrorizado. No le echaba la culpa a Uchiha Akame, se la echaba a todo Uzushiogakure. Estaba plenamente convencido de que sus planes habían sido hacerse con el Bijū de Amegakure sin importar las consecuencias. Y habló sobre lo sucedido en el estadio mientras ellos dos estaban fuera de escena. Yubiwa, aquel hombre de las extravagantes cejas que Ayame ya vio una vez hacía mucho tiempo, había sido otro de los partícipes en su salvación. Una pieza más para el rompecabezas.
La muchacha apretó aún más los puños contra las rodillas y cerró los ojos con fuerza. Sin embargo, antes de que lograra formular palabra, Daruu se le adelantó. Y Ayame se sorprendió al descubrirle intentando quitarle leña a las palabras de Yota; sin embargo...
—Diría que la tropa de Kusa podría haber visitado el hospital por interés propio.
—¿Qué interés iba a tener Kusagakure para mandar a todos sus shinobi hacia un enclave donde "supuestamente" nos tenían secuestrados? —preguntó Ayame en voz baja.
—¿Sabéis qué es lo que más me molesta a mi de todo esto? —intervino Kiroe—. Ahora todo el mundo sabe quue Ayame es la guardiana del Gobi. Pero Uzushiogakure mantiene en el anonimato a esos dichosos "Hermanos del Desierto". En mis tiempos de espía, habría hecho todo lo posible para obtener dicha información.
—Tal vez tengamos que salir a cazar a alguna rata pequeñita... y preguntarle al respecto.
—¡Daruu! —Ayame volvió a mirarle, horrorizada.
—¿Y arriesgarte a darle una excusa a Hanabi para volvernos a dejar en mal lugar? —intervino su madre, voz de la conciencia allí.
—Es una situación complicada. Si Yui me dejase entrar un momento en... —Daruu se interrumpió, consciente de que había estado a punto de hablar más de la cuenta.
Ayame, terriblemente nerviosa ante la situación, dejó el bollito sobre la mesa y se levantó de su asiento. Comenzó a andar erráticamente por el salón, con los brazos cruzados para no mostrar el temblor de sus manos y conteniendo las ganas de salir corriendo de allí y encerrarse en su habitación.
—¿Y de qué serviría esa información? ¿De señalarlos y decir: "¡Cuidado, ese puede transformarse en monstruo en cualquier momento y empezar a disparar láseres!"? —preguntó, con voz trémula—. Somos algo más que simples contenedores de Bijū, ¿sabéis? Esto no es... nada fácil.
Todo el mundo sabía ahora que era una Jinchūriki, pero nadie en el mundo se había preocupado jamás por ponerse en sus zapatos.
Y Ayame le devolvió una mirada cargada de confusión. De repentem el Kusajin estampó el puño contra su rodilla y la rabia le envolvió por completo. Fue su turno de hablar, y a cada palabra pronunciada el gesto de Ayame se tornaba más y más horrorizado. No le echaba la culpa a Uchiha Akame, se la echaba a todo Uzushiogakure. Estaba plenamente convencido de que sus planes habían sido hacerse con el Bijū de Amegakure sin importar las consecuencias. Y habló sobre lo sucedido en el estadio mientras ellos dos estaban fuera de escena. Yubiwa, aquel hombre de las extravagantes cejas que Ayame ya vio una vez hacía mucho tiempo, había sido otro de los partícipes en su salvación. Una pieza más para el rompecabezas.
La muchacha apretó aún más los puños contra las rodillas y cerró los ojos con fuerza. Sin embargo, antes de que lograra formular palabra, Daruu se le adelantó. Y Ayame se sorprendió al descubrirle intentando quitarle leña a las palabras de Yota; sin embargo...
—Diría que la tropa de Kusa podría haber visitado el hospital por interés propio.
—¿Qué interés iba a tener Kusagakure para mandar a todos sus shinobi hacia un enclave donde "supuestamente" nos tenían secuestrados? —preguntó Ayame en voz baja.
—¿Sabéis qué es lo que más me molesta a mi de todo esto? —intervino Kiroe—. Ahora todo el mundo sabe quue Ayame es la guardiana del Gobi. Pero Uzushiogakure mantiene en el anonimato a esos dichosos "Hermanos del Desierto". En mis tiempos de espía, habría hecho todo lo posible para obtener dicha información.
—Tal vez tengamos que salir a cazar a alguna rata pequeñita... y preguntarle al respecto.
—¡Daruu! —Ayame volvió a mirarle, horrorizada.
—¿Y arriesgarte a darle una excusa a Hanabi para volvernos a dejar en mal lugar? —intervino su madre, voz de la conciencia allí.
—Es una situación complicada. Si Yui me dejase entrar un momento en... —Daruu se interrumpió, consciente de que había estado a punto de hablar más de la cuenta.
Ayame, terriblemente nerviosa ante la situación, dejó el bollito sobre la mesa y se levantó de su asiento. Comenzó a andar erráticamente por el salón, con los brazos cruzados para no mostrar el temblor de sus manos y conteniendo las ganas de salir corriendo de allí y encerrarse en su habitación.
—¿Y de qué serviría esa información? ¿De señalarlos y decir: "¡Cuidado, ese puede transformarse en monstruo en cualquier momento y empezar a disparar láseres!"? —preguntó, con voz trémula—. Somos algo más que simples contenedores de Bijū, ¿sabéis? Esto no es... nada fácil.
Todo el mundo sabía ahora que era una Jinchūriki, pero nadie en el mundo se había preocupado jamás por ponerse en sus zapatos.