22/11/2018, 21:31
Daruu y su madre trataron de calmar los ánimos de la jinchuriki, pero al parecer aquella conversación dio donde más le dolía a la muchacha. Y todo intento pareció caer en saco roto.
—No. Claro que no lo sabéis. Ninguno de vosotros escucha voces dentro de su cabeza ni vive con el miedo a perder el control una y otra vez a la mínima que te sales un poco de tus casillas, ni tenéis miedo a quedar inconscientes y herir a tus seres queridos o a arramblar una grada llena de gente inocente que nada tiene que ver contigo. No. Claro que no lo sabéis —repitió, con ojos vidriosos, volviéndose hacia ellos—. Nunca nadie se ha preocupado por lo que siento siendo Jinchūriki. Simplemente soy "la Guardiana", "la Carcelera". Y ahora además soy la loca que perdió el control en ese estúpido examen. ¿Creéis que me oculto por miedo a los Uchiha? —preguntó, señalando el antifaz y el gorro de bruja que yacían aún sobre el sofá—. ¡Pues ellos son la menor de mis preocupaciones! ¡Me oculto porque no vaya a ser que dé la casualidad de que, allá donde vaya, haya alguien que sí estuvo entre el público del examen y pueda reconocerme y señalarme y cundir el pánico entre la gente! ¿Os creéis que es una especie de "honor" ser Jinchūriki? ¡Pues yo no lo elegí! ¡Y si por mí fuera, haría lo que estuviera en mi mano para arrancarme el Bijū de dentro y poder vivir tranquila!
No pude evitar sentir algo de empatía por aquella chica. Lo que había hecho había salido directamente desde su corazón, pero ella no era la única que había pasado momentos dolorosos durante su vida. Ni la única, ni la primera, ni la última.
— No, no escucho voces en mi cabeza y no vivo con el miedo de que algo vaya a tomar el control sobre mi cuerpo de un momento al otro, pero si que he vivido momentos que preferiría no haber vivido. Lo que sé es que debemos aprender de lo que hemos vivido para ser más fuertes y ayudar a la aldea que nos lo ha dado todo; en mi caso Kusagakure, en el tuyo Amegakure
Daruu se levantó como si fuese un muelle, totalmente revitalizado y golpeó la mesa, desmontando el castillo que conformaban los bollitos que había traído su madre. Me paralicé por unos instantes, hasta que le vi delante de mis narices, exigiendo que le revelase el nombre de aquel jinchuriki.
— E-está bien... Cálmate, Daruu-kun. Yo no soy tu enemigo, ni pretendo serlo. Ya te lo dije antes
Suspiré profundo.
«Supongo que esto es lo correcto»
— Un gennin, a mi parecer novato delató uno de los hermanos del desierto cuando empezó la batalla campal en el estadio. Se refirió a él como un hermano del desierto, así que no hay duda de que el jinchuriki era Uchiha Datsue — me detuve durante un momento para ver si Daruu lograba calmarse ante aquello — aprecia esta información que te doy, Daruu-kun. Aprecia el día en el que el guiri de la hierba te dijo que Uchiha Datsue era uno de los hermanos del desierto
Suspiré de nuevo y dejé caer mis brazos sobre el sofá. Creo que llegaron a temblar.
—No. Claro que no lo sabéis. Ninguno de vosotros escucha voces dentro de su cabeza ni vive con el miedo a perder el control una y otra vez a la mínima que te sales un poco de tus casillas, ni tenéis miedo a quedar inconscientes y herir a tus seres queridos o a arramblar una grada llena de gente inocente que nada tiene que ver contigo. No. Claro que no lo sabéis —repitió, con ojos vidriosos, volviéndose hacia ellos—. Nunca nadie se ha preocupado por lo que siento siendo Jinchūriki. Simplemente soy "la Guardiana", "la Carcelera". Y ahora además soy la loca que perdió el control en ese estúpido examen. ¿Creéis que me oculto por miedo a los Uchiha? —preguntó, señalando el antifaz y el gorro de bruja que yacían aún sobre el sofá—. ¡Pues ellos son la menor de mis preocupaciones! ¡Me oculto porque no vaya a ser que dé la casualidad de que, allá donde vaya, haya alguien que sí estuvo entre el público del examen y pueda reconocerme y señalarme y cundir el pánico entre la gente! ¿Os creéis que es una especie de "honor" ser Jinchūriki? ¡Pues yo no lo elegí! ¡Y si por mí fuera, haría lo que estuviera en mi mano para arrancarme el Bijū de dentro y poder vivir tranquila!
No pude evitar sentir algo de empatía por aquella chica. Lo que había hecho había salido directamente desde su corazón, pero ella no era la única que había pasado momentos dolorosos durante su vida. Ni la única, ni la primera, ni la última.
— No, no escucho voces en mi cabeza y no vivo con el miedo de que algo vaya a tomar el control sobre mi cuerpo de un momento al otro, pero si que he vivido momentos que preferiría no haber vivido. Lo que sé es que debemos aprender de lo que hemos vivido para ser más fuertes y ayudar a la aldea que nos lo ha dado todo; en mi caso Kusagakure, en el tuyo Amegakure
Daruu se levantó como si fuese un muelle, totalmente revitalizado y golpeó la mesa, desmontando el castillo que conformaban los bollitos que había traído su madre. Me paralicé por unos instantes, hasta que le vi delante de mis narices, exigiendo que le revelase el nombre de aquel jinchuriki.
— E-está bien... Cálmate, Daruu-kun. Yo no soy tu enemigo, ni pretendo serlo. Ya te lo dije antes
Suspiré profundo.
«Supongo que esto es lo correcto»
— Un gennin, a mi parecer novato delató uno de los hermanos del desierto cuando empezó la batalla campal en el estadio. Se refirió a él como un hermano del desierto, así que no hay duda de que el jinchuriki era Uchiha Datsue — me detuve durante un momento para ver si Daruu lograba calmarse ante aquello — aprecia esta información que te doy, Daruu-kun. Aprecia el día en el que el guiri de la hierba te dijo que Uchiha Datsue era uno de los hermanos del desierto
Suspiré de nuevo y dejé caer mis brazos sobre el sofá. Creo que llegaron a temblar.
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