27/11/2018, 14:24
Ayame hubo de respirar hondo varias veces para serenarse de nuevo. Su cerebro seguía negándose a creer que los hados del destino hubiesen sido tan caprichosos y tan crueles como para hacer que aquellos dos Uchiha fueran los Jinchūriki de Uzushiogakure, pero una parte de ella ya sopesaba la posibilidad de que fuera verdad.
Porque, si era así, la situación acababa de volverse realmente peliaguda para todos.
—La verdad es que no tengo ni idea de quién es el otro Hermano del Desierto —replicó Yota, más escéptico que Daruu—. Pero eso son meras suposiciones, Daruu-kun. Parece lógico y razonable lo que dices, pero por ahora no hay modo de confirmarlo. Lo único que es un hecho es que Datsue es uno de los Jinchūriki.
—No, estoy al noventa y nueve por ciento seguro de que es así —le contradijo Daruu, obstinado.
Ayame terminó por volver a su asiento, seria y sombría, y cruzó una pierna sobre la otra.
—Aunque no tengamos más que sospechas hacia quién es el otro Hermano del Desierto más nos vale no bajar la guardia —habló al fin, más calmada que antes pero igual de preocupada—. Sólo con saber que Datsue es uno de ellos... Ya habéis visto de qué es capaz. Todos hemos visto ese esqueleto gigante y el poder del Sharingan. Y si es verdad que Akame es el otro, también le habéis visto actuar durante el Torneo de los Dojos —Y había sido ella quien les había sufrido a ambos, precisamente—. Y de eso hace ya un año, no me quiero ni imaginar lo que ha evolucionado desde entonces.
»Ahora imaginad todo ese poder... combinado con que pierden el control como me pasó a mí. No habría manera de detener a dos monstruos como aquellos.
Y nada más pronunciar aquellas palabras Ayame volvió a contraer el gesto en una mueca de dolor al sentir una súbita punzada entre los omóplatos. La muchacha no le dio mayor importancia, volvió a recuperar su bollito y le asestó un nuevo bocado mientras Daruu se deshacía en disculpas hacia el invitado y Kiroe volvía a ofrecerle sus dulces.
Porque, si era así, la situación acababa de volverse realmente peliaguda para todos.
—La verdad es que no tengo ni idea de quién es el otro Hermano del Desierto —replicó Yota, más escéptico que Daruu—. Pero eso son meras suposiciones, Daruu-kun. Parece lógico y razonable lo que dices, pero por ahora no hay modo de confirmarlo. Lo único que es un hecho es que Datsue es uno de los Jinchūriki.
—No, estoy al noventa y nueve por ciento seguro de que es así —le contradijo Daruu, obstinado.
Ayame terminó por volver a su asiento, seria y sombría, y cruzó una pierna sobre la otra.
—Aunque no tengamos más que sospechas hacia quién es el otro Hermano del Desierto más nos vale no bajar la guardia —habló al fin, más calmada que antes pero igual de preocupada—. Sólo con saber que Datsue es uno de ellos... Ya habéis visto de qué es capaz. Todos hemos visto ese esqueleto gigante y el poder del Sharingan. Y si es verdad que Akame es el otro, también le habéis visto actuar durante el Torneo de los Dojos —Y había sido ella quien les había sufrido a ambos, precisamente—. Y de eso hace ya un año, no me quiero ni imaginar lo que ha evolucionado desde entonces.
»Ahora imaginad todo ese poder... combinado con que pierden el control como me pasó a mí. No habría manera de detener a dos monstruos como aquellos.
Y nada más pronunciar aquellas palabras Ayame volvió a contraer el gesto en una mueca de dolor al sentir una súbita punzada entre los omóplatos. La muchacha no le dio mayor importancia, volvió a recuperar su bollito y le asestó un nuevo bocado mientras Daruu se deshacía en disculpas hacia el invitado y Kiroe volvía a ofrecerle sus dulces.