28/11/2018, 20:05
—Presiento que vamos a llevarnos a llevarnos muy bien, Mei-chan~ Sonrío levemente mientras veía que la kunoichi se interesaba en el bullicioso grupo de hombres que se encontraban en las mesas. —¿No frecuentas esta clase de sitios verdad?— Parpadeó mientras le veía a los ojos. Dada la curiosidad y el desconocimiento de la jovencita no le fue difícil sacar la conclusión de que era la primera vez que visitaba un casino. —Déjame te explico: Esa es la mesa donde juegan "Craps", donde se apuesta con fichas que representan determinada suma de dinero. Consiste en lanzar un par de dados y ver quién logra adivinar el resultado— Se llevó la mano a la cintura mientras exhalaba más humo de su pipa. —Parece simple pero en realidad hay distintas formas de apostar a los resultados, por lo cual debes ser precavido a la hora de elegir el tipo de dados que saldrán en la tirada— Remató.
Mientras hablaban, empezaba la segunda ronda del juego, donde Rōga esperaba no seguir perdiendo más dinero de lo necesario.
—¡Once!— Anunció el crupier mientras tomaba de nuevo los dados. —Gana el niño y el señor del saco café— Retiró los dados entregándoselos nuevamente al lanzador designado.
—Puff— Aquello era tanto un suspiro de alivio cómo uno de decepción. "Apenas recuperé lo que ya había gastado y poco más..." Meditaba mientras recogía las recién atribuidas fichas.
—Juegas con demasiado miedo, novato— Dijo un hombre de semblante serio, de unos treinta años y cabellos castaños, vistiendo un traje totalmente gris.
—Gracias por le consejo, pero creo saber lo que hago— Respondió mordaz. La ausencia de bandana en su cuello causaba que todo mundo lo tratase cómo un niñato, exasperándose un poco, pero aguantando las ganas de contestarle.
De vuelta con las muchachas, Kokona caminó unos tres pasos en dirección a la zona de apuestas para luego frenarse y voltear a ver a Mei.
—¿Te animas? A veces es divertido observar a los hombres desesperarse por sus jueguitos~ Río maliciosamente. —Aún nos queda tiempo antes del bingo y la gran subasta.
Mientras hablaban, empezaba la segunda ronda del juego, donde Rōga esperaba no seguir perdiendo más dinero de lo necesario.
—¡Once!— Anunció el crupier mientras tomaba de nuevo los dados. —Gana el niño y el señor del saco café— Retiró los dados entregándoselos nuevamente al lanzador designado.
—Puff— Aquello era tanto un suspiro de alivio cómo uno de decepción. "Apenas recuperé lo que ya había gastado y poco más..." Meditaba mientras recogía las recién atribuidas fichas.
—Juegas con demasiado miedo, novato— Dijo un hombre de semblante serio, de unos treinta años y cabellos castaños, vistiendo un traje totalmente gris.
—Gracias por le consejo, pero creo saber lo que hago— Respondió mordaz. La ausencia de bandana en su cuello causaba que todo mundo lo tratase cómo un niñato, exasperándose un poco, pero aguantando las ganas de contestarle.
De vuelta con las muchachas, Kokona caminó unos tres pasos en dirección a la zona de apuestas para luego frenarse y voltear a ver a Mei.
—¿Te animas? A veces es divertido observar a los hombres desesperarse por sus jueguitos~ Río maliciosamente. —Aún nos queda tiempo antes del bingo y la gran subasta.