4/12/2018, 22:33
—¡Vooooy!— Contestó mientras le daba las últimas vueltas a la tapa del frasco y se lo guardaba en el morral junto a las herramientas empleadas. —¿Por dónde?— Le preguntó a Mitsuo, esperando que este le dirigiese al lugar.
»Será mejor que los dos tengamos noción de lo que buscamos. Tomá la libreta y échale una ojeada, así también podrás identificar los materiales si los ves. De esa manera quizás encontremos alguno mientras caminamos.
El Yotsuki le extendió la libreta, en la página donde empezaban los escritos relacionados a las piedras. Su husmeaba más, se daría cuenta de que tenía muchos más apuntes sobre otros tipos de minerales y mineraloides, pero únicamente eran tres los que posiblemente podrían encontrar en aquel lugar. La imagen del lapilli se asemejaba a un montón de grava fina o pequeñas piedritas, mientras en la página siguiente se explicaba que era la fragmentación de las burbujas de magma de una erupción. La perlita en cambio, se trataba de unos cristales blancuzcos, los cuales según la descripción contenían agua y al exponerse al calor, se evaporaba esta agua y aumentaban de tamaño. La obsidiana, sea que la haya visto antes o no, estaba representada cómo un cristal negruzco con variaciones en la tonalidad según las impurezas internas. Se suponía que pese a ser un material duro, tenía una tendencia a fragmentarse, por lo que de no ser extraída adecuadamente era algo difícil moldearla a gusto.
—Con suerte encontraremos todo antes de que se ponga el sol— Comentó al aire el joven de cabellos tricolor.
»Será mejor que los dos tengamos noción de lo que buscamos. Tomá la libreta y échale una ojeada, así también podrás identificar los materiales si los ves. De esa manera quizás encontremos alguno mientras caminamos.
El Yotsuki le extendió la libreta, en la página donde empezaban los escritos relacionados a las piedras. Su husmeaba más, se daría cuenta de que tenía muchos más apuntes sobre otros tipos de minerales y mineraloides, pero únicamente eran tres los que posiblemente podrían encontrar en aquel lugar. La imagen del lapilli se asemejaba a un montón de grava fina o pequeñas piedritas, mientras en la página siguiente se explicaba que era la fragmentación de las burbujas de magma de una erupción. La perlita en cambio, se trataba de unos cristales blancuzcos, los cuales según la descripción contenían agua y al exponerse al calor, se evaporaba esta agua y aumentaban de tamaño. La obsidiana, sea que la haya visto antes o no, estaba representada cómo un cristal negruzco con variaciones en la tonalidad según las impurezas internas. Se suponía que pese a ser un material duro, tenía una tendencia a fragmentarse, por lo que de no ser extraída adecuadamente era algo difícil moldearla a gusto.
—Con suerte encontraremos todo antes de que se ponga el sol— Comentó al aire el joven de cabellos tricolor.