9/12/2018, 14:58
Vaya, ahora sí estaban hablando. Por supuesto, pese a que Datsue estaba intentando mostrar su cara cordial y razonable, opinaba parecido a su máxima mandatario: los kusajines eran unas jodidas cabras locas. No todos, claro. Pero, por mucho que ahora intentase ser lo más sincero y franco posible, y por mucho que había tratado de limar asperezas con Juro, en el fondo de su ser, lo sabía. Yota lo sabía. Etsu lo sabía. E incluso Oonindo entero lo sabía.
Sabían que Datsue no descansaría tranquilo hasta devolverles la jugarreta con una pequeña venganza.
Se había dicho muchas veces dejarlas de lado. Madurar. Pasar página. Las venganzas no le habían traído más que desgracias. Pero todo el mundo conocía la fábula del escorpión y la rana. Simplemente, estaba en su naturaleza.
«Pero Daruu juega en otra categoría». No sabía si más o menos loco, como decía su Kage, pero en otra liga. El amejin se había ganado su confianza. Se había hecho pasar por alguien empático, comprensible y buena persona. Le había sonsacado todo sobre Aiko, y luego…
Luego Kaido había ido a por Keisuke.
Luego él había tratado de asesinar a su Hermano.
Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en ello.
—No —respondió—, ninguna información relevante adicional sobre Juro. —Que su madre había muerto al darle a luz, su padre por el alcohol y que vivía con su hermana y abuela no le parecía muy relevante—. Bien, pues aquí es cuando se ponen las cosas interesantes —avisó—. Estábamos en el viaje de vuelta, por el Bosque de los Hongos, cuando la vimos.
El Uchiha hizo una leve pausa, mientras pasaba su mirada de Hanabi a Katsudon.
—Aotsuki Ayame, señores. Pero algo cambiada. Tenía el pelo blanco, incluso el de las cejas, los ojos habían pasado del marrón al azul, y tenía un sombreado rojo bajo los párpados. Nada que no se pueda hacer con un buen maquillaje, un poco de teñido y unas lentillas de color, pensaréis. Bueno, yo también lo pensé. Y cuando nos habló, su voz era distinta. Quiero decir, hasta aquí todavía podemos poner cualquier sospecha en duda. Yo mismo soy capaz de modificar mi voz. No es tan difícil.
Apoyó los antebrazos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante.
—Pero señores, ustedes saben lo que mi Sharingan es capaz de ver. Chakra. Desde la mota de polvo que posee un civil, hasta el incendio que son ustedes dos. Pues bien, en esa escala de uno al cien, Ayame estaba en el mil.
»Ayame, señores, y ruego disculpen mi vocabulario, era el puto sol.
Sabían que Datsue no descansaría tranquilo hasta devolverles la jugarreta con una pequeña venganza.
Se había dicho muchas veces dejarlas de lado. Madurar. Pasar página. Las venganzas no le habían traído más que desgracias. Pero todo el mundo conocía la fábula del escorpión y la rana. Simplemente, estaba en su naturaleza.
«Pero Daruu juega en otra categoría». No sabía si más o menos loco, como decía su Kage, pero en otra liga. El amejin se había ganado su confianza. Se había hecho pasar por alguien empático, comprensible y buena persona. Le había sonsacado todo sobre Aiko, y luego…
Luego Kaido había ido a por Keisuke.
Luego él había tratado de asesinar a su Hermano.
Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en ello.
—No —respondió—, ninguna información relevante adicional sobre Juro. —Que su madre había muerto al darle a luz, su padre por el alcohol y que vivía con su hermana y abuela no le parecía muy relevante—. Bien, pues aquí es cuando se ponen las cosas interesantes —avisó—. Estábamos en el viaje de vuelta, por el Bosque de los Hongos, cuando la vimos.
El Uchiha hizo una leve pausa, mientras pasaba su mirada de Hanabi a Katsudon.
—Aotsuki Ayame, señores. Pero algo cambiada. Tenía el pelo blanco, incluso el de las cejas, los ojos habían pasado del marrón al azul, y tenía un sombreado rojo bajo los párpados. Nada que no se pueda hacer con un buen maquillaje, un poco de teñido y unas lentillas de color, pensaréis. Bueno, yo también lo pensé. Y cuando nos habló, su voz era distinta. Quiero decir, hasta aquí todavía podemos poner cualquier sospecha en duda. Yo mismo soy capaz de modificar mi voz. No es tan difícil.
Apoyó los antebrazos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante.
—Pero señores, ustedes saben lo que mi Sharingan es capaz de ver. Chakra. Desde la mota de polvo que posee un civil, hasta el incendio que son ustedes dos. Pues bien, en esa escala de uno al cien, Ayame estaba en el mil.
»Ayame, señores, y ruego disculpen mi vocabulario, era el puto sol.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado