10/12/2018, 22:46
Que fuesen los Generales de Kurama quienes habían destrozado la cabeza de Kouta no era una idea descabellada. De hecho, le parecía una muy buena estratagema por parte de ellos. «Pero tengo que preguntar a Akame por si acaso… Joder, no hay forma de que no me comentase algo así. Imposible».
—En fin. Después de lo que pasó en el examen de chuunin, a mi también me mosquea, bastante. Pero Shiona y Yui habían sido amigas desde la infancia...
Y ahí lo vio venir, como ese puñetazo directo a la mandíbula. Tu cuerpo se prepara para recibir el golpe, tus músculos se tensan, y aún así, cuando lo encajas, duele como si te hubiese pillado por sorpresa. Los oídos le zumbaron, y por un momento, se quedó grogui. Las palabras de Hanabi, distorsionadas; la carta que le ofrecía, borrosa. El Uchiha la cogió a cámara lenta, y sus ojos se posaron en las primeras palabras: Excelentísimo Uzukage-sama.
—Veo que esta no tiene sorpresita sellada —comentó al darse cuenta. De haber tenido algo como la última vez, se la hubiese comido con patatas.
La carta continuaba disculpándose. Primero por la presentación. Luego por fragmentar el Pacto de Paz. No solo eso, sino que agradecía a los shinobi que le habían salvado la vida. ¿Incluiría a Akame en el grupo? Algo le decía que no. ¿Y qué opinaría Daruu, quien había tratado de asesinar a su Hermano, de aquello?
Entonces leyó que Uzumaki Eri había sido la artífice de que aquel mensaje llegase a puerto. Miles de cosas se le pasaron por la cabeza. Algunas buenas. Otras no tanto. Recordó cómo Eri había defendido a los amejines en su misión. Cómo había criticado la decisión de su Hermano. ¿Habrían hablado de ellos en su encuentro? ¿Les habrían puesto a parir? Casi prefería no saberlo.
Se dio cuenta que llevaba un buen rato en silencio.
—Hmm —dejó la carta sobre la mesa. ¿Qué era lo último que le había dicho Hanabi? Ah, sí, que Yui era capaz de cortarle la cabeza a Ayame por aquello—. Yo apostaría más bien a que es capaz de ordenar que la apuñalen y la entierren bajo el lago. —Sí, aquello sonaba más a Yui. Emitió un suspiro largo. Se encontraba cansado, muy cansado—. Tenía usted razón, Hanabi-sama, no me es plato de buen gusto. —Fue sincero. Quizá demasiado sincero—. Pero lo entiendo, y… me tiene aquí para lo que necesite. —Que, creía, iba a ser poco. Datsue podía ser bueno en muchas cosas, pero la diplomacia con Amegakure no era, desde luego, una de ellas.
—En fin. Después de lo que pasó en el examen de chuunin, a mi también me mosquea, bastante. Pero Shiona y Yui habían sido amigas desde la infancia...
Y ahí lo vio venir, como ese puñetazo directo a la mandíbula. Tu cuerpo se prepara para recibir el golpe, tus músculos se tensan, y aún así, cuando lo encajas, duele como si te hubiese pillado por sorpresa. Los oídos le zumbaron, y por un momento, se quedó grogui. Las palabras de Hanabi, distorsionadas; la carta que le ofrecía, borrosa. El Uchiha la cogió a cámara lenta, y sus ojos se posaron en las primeras palabras: Excelentísimo Uzukage-sama.
—Veo que esta no tiene sorpresita sellada —comentó al darse cuenta. De haber tenido algo como la última vez, se la hubiese comido con patatas.
La carta continuaba disculpándose. Primero por la presentación. Luego por fragmentar el Pacto de Paz. No solo eso, sino que agradecía a los shinobi que le habían salvado la vida. ¿Incluiría a Akame en el grupo? Algo le decía que no. ¿Y qué opinaría Daruu, quien había tratado de asesinar a su Hermano, de aquello?
Entonces leyó que Uzumaki Eri había sido la artífice de que aquel mensaje llegase a puerto. Miles de cosas se le pasaron por la cabeza. Algunas buenas. Otras no tanto. Recordó cómo Eri había defendido a los amejines en su misión. Cómo había criticado la decisión de su Hermano. ¿Habrían hablado de ellos en su encuentro? ¿Les habrían puesto a parir? Casi prefería no saberlo.
Se dio cuenta que llevaba un buen rato en silencio.
—Hmm —dejó la carta sobre la mesa. ¿Qué era lo último que le había dicho Hanabi? Ah, sí, que Yui era capaz de cortarle la cabeza a Ayame por aquello—. Yo apostaría más bien a que es capaz de ordenar que la apuñalen y la entierren bajo el lago. —Sí, aquello sonaba más a Yui. Emitió un suspiro largo. Se encontraba cansado, muy cansado—. Tenía usted razón, Hanabi-sama, no me es plato de buen gusto. —Fue sincero. Quizá demasiado sincero—. Pero lo entiendo, y… me tiene aquí para lo que necesite. —Que, creía, iba a ser poco. Datsue podía ser bueno en muchas cosas, pero la diplomacia con Amegakure no era, desde luego, una de ellas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado