21/12/2018, 18:59
«¿Cómo es posible? ¿Nos ha leído la mente? No, ni siquiera ella es capaz de eso. Especialmente, no ella. No tiene pinta de especializarse en ese tipo de técnicas. Podría habernos espiado, ¿pero cuándo? Acabamos de volver... No, esto ha tenido que venir de otro sitio. ¿Cómo se ha enterado?»
Kiroe no salía de su asombro. Intentaba mantener una expresión solemne y preocupada, pero sinceramente lo que tenía ahora era la boca abierta de par en par, como una de esas dichosas plantas que comen insectos.
Y aún así, agachó la cabeza. Con ése último grito enfurecido, Amekoro Yui hizo presente que era una mujer a la que no le gustaba que le tocasen las narices. Agachó la cabeza, porque no podría haber hecho otra cosa. Tragó saliva, y, nerviosa, casi arrastró la lengua por el paladar y los dientes para decir:
—L-lo siento, Yui-sama. F-fue un error t-terrible. Q-quisimos a-actuar antes de que fuera tarde y s-salimos a buscarla. Q-queríamos volver pronto, p-pero encontramos s-su rastro, y luego su ropa y... y sentimos que si volvíamos Ayame p-podría morir... Lo siento.
—"Poseída" no es la palabra que yo utilizaría, Arashikage-sama —habló Zetsuo, inclinando la cabeza—. Por favor, déjenos explicarnos.
Kiroe no salía de su asombro. Intentaba mantener una expresión solemne y preocupada, pero sinceramente lo que tenía ahora era la boca abierta de par en par, como una de esas dichosas plantas que comen insectos.
Y aún así, agachó la cabeza. Con ése último grito enfurecido, Amekoro Yui hizo presente que era una mujer a la que no le gustaba que le tocasen las narices. Agachó la cabeza, porque no podría haber hecho otra cosa. Tragó saliva, y, nerviosa, casi arrastró la lengua por el paladar y los dientes para decir:
—L-lo siento, Yui-sama. F-fue un error t-terrible. Q-quisimos a-actuar antes de que fuera tarde y s-salimos a buscarla. Q-queríamos volver pronto, p-pero encontramos s-su rastro, y luego su ropa y... y sentimos que si volvíamos Ayame p-podría morir... Lo siento.
—"Poseída" no es la palabra que yo utilizaría, Arashikage-sama —habló Zetsuo, inclinando la cabeza—. Por favor, déjenos explicarnos.