29/12/2018, 22:49
Si alguien paseaba cerca del torreón, escucharía los gritos y los golpes que estaban produciéndose en el último piso.
Lo que estaba sucediéndose era una escalada terrible de voces y hostias: la última la del escritorio estampándose contra la pared del despacho. Kiroe se encogió y cerró los ojos. Ese escritorio roto eran tres misiones de rango D. Yui era muy generosa: generaba puestos de trabajo en cada visita.
El Gobi seguía tratando de provocar a Yui. Esta vez sugiriendo que la dejasen libre. Qué hijaputa.
—Yui es valiente, pero no gilipollas, Kokuo. —Una burla. Un elogio escondido entre las palabras. Un alivio para el ego de Yui.
Un salvavidas anti-bijuudamas.
Lo que estaba sucediéndose era una escalada terrible de voces y hostias: la última la del escritorio estampándose contra la pared del despacho. Kiroe se encogió y cerró los ojos. Ese escritorio roto eran tres misiones de rango D. Yui era muy generosa: generaba puestos de trabajo en cada visita.
El Gobi seguía tratando de provocar a Yui. Esta vez sugiriendo que la dejasen libre. Qué hijaputa.
—Yui es valiente, pero no gilipollas, Kokuo. —Una burla. Un elogio escondido entre las palabras. Un alivio para el ego de Yui.
Un salvavidas anti-bijuudamas.