8/10/2015, 22:27
Las malditas arañas que tejen las macabras redes del destino son mas que graciosas, de eso no cabía duda. Para uno parecía que la idea de que el ser humano fuese de esa manera parecía simplemente dantesca, pare el otro... no mucho mas que la mera realidad. Juro admitió amargamente que esa era una realidad a la que no todos estaban preparados, o a la que no todos querían combatir, de manera voluntaria o involuntaria.
—Es algo a lo que uno se acostumbra, tarde o temprano...—
Por otro lado, desilusionado o algo pensativo, el chico de la aldea del remolino coincidió en el sabor de la comida. Realmente estaba a un nivel superior al de la charla, o al menos ese motivo le intentó proveer el albino. Sabia salida para un joven demonio.
Juro no quiso cortar la charla, un sepulcral silencio quizás llevase a peor la situación, o a saber. Preguntó al albino si era la primera vez que visitaba esa ciudad, así como llegó a la conclusión de que le sería difícil encontrar una tienda, más aún si era por indicaciones. Tampoco se equivocaba demasiado, seguramente le costase encontrar una... pero no iba a molestarse en preguntar a la gente, la encontraría por sí mismo.
—Ni te preocupes por eso. Ya estoy mas que acostumbrado a apañarmelas por mi mismo, no me hace falta preguntar. Quizás tarde algo mas, pero hoy por hoy no tengo prisas... nadie me espera. Tarde o temprano encontraré una tienda.—
Era algo evidente, se había vuelto fuerte, creando una barrera entre él y el resto de personas. Cosas de la vida.
—Bueno, yo voy a empezar con la carne... es mejor tomarla pronto a dejar que se enfríe.—
No tardó en cumplir con sus palabras. En menos de lo que tarda en pestañear un búho, el chico ya había tomado el último sorbo de ramen, y se disponía a atacar a la carne asada. Sin ton ni son, comenzó a morder por donde primero vio, sin miramientos por dejar mordisqueado todos los sitios... era su trozo de carne, así que podía comerlo como le viniese en gana.
—Es algo a lo que uno se acostumbra, tarde o temprano...—
Por otro lado, desilusionado o algo pensativo, el chico de la aldea del remolino coincidió en el sabor de la comida. Realmente estaba a un nivel superior al de la charla, o al menos ese motivo le intentó proveer el albino. Sabia salida para un joven demonio.
Juro no quiso cortar la charla, un sepulcral silencio quizás llevase a peor la situación, o a saber. Preguntó al albino si era la primera vez que visitaba esa ciudad, así como llegó a la conclusión de que le sería difícil encontrar una tienda, más aún si era por indicaciones. Tampoco se equivocaba demasiado, seguramente le costase encontrar una... pero no iba a molestarse en preguntar a la gente, la encontraría por sí mismo.
—Ni te preocupes por eso. Ya estoy mas que acostumbrado a apañarmelas por mi mismo, no me hace falta preguntar. Quizás tarde algo mas, pero hoy por hoy no tengo prisas... nadie me espera. Tarde o temprano encontraré una tienda.—
Era algo evidente, se había vuelto fuerte, creando una barrera entre él y el resto de personas. Cosas de la vida.
—Bueno, yo voy a empezar con la carne... es mejor tomarla pronto a dejar que se enfríe.—
No tardó en cumplir con sus palabras. En menos de lo que tarda en pestañear un búho, el chico ya había tomado el último sorbo de ramen, y se disponía a atacar a la carne asada. Sin ton ni son, comenzó a morder por donde primero vio, sin miramientos por dejar mordisqueado todos los sitios... era su trozo de carne, así que podía comerlo como le viniese en gana.