30/12/2018, 22:16
¿Qué quién era más monstruo de los dos? Oh, en eso el Gobi la ganaba. ¡Había que tener unos huevos bien gordos para además decir que los humanos eran tan monstruos como ellos! Más después de arrasar una ciudad como ese malnacido había hecho. Ancianos, niños, bebés… En el Cementerio del Gobi había diez mil lápidas de gente inocente muerta por sus coces.
¿¡Cómo coño se podía ser tan cínico!?
Pero la culpa era suya. La culpa era suya por tratar de discutir con un monstruo como aquel. Con los demonios no se hablaba, se les encerraba entre rejas y se tiraba la llave al abismo del Yomi.
Y punto.
—¿Podrás ahora usar tu técnica interrogatoria, Zetsuo? —preguntó, algo más calmada, una vez Chika paralizó al Gobi con el fuuinjusu—. Solo quiero averiguar si el Kyuubi tiene más bijūs de su parte antes de revertir el sello. Tenemos que saber a lo que nos enfrentamos.
Tras un gesto de Chika, y el asentimiento de Yui, la anciana aprovechó la inmovilidad del cuerpo de Ayame para apartar un poco la tela y tener acceso a su espalda, donde estaba colocado el sello. Cuanto antes empezase con su estudio, mejor.
El joven con gafas pasó de puntillas, intentando no rozar a nadie ni hacer el mínimo ruido, hasta colocarse al lado de su maestra, papel y lápiz en mano. Él podía tener muchos defectos, pero si alguna virtud tenía, eso era en desencriptar y reventar sellados. Se llevó un dedo al puente de las gafas y las empujó hacia arriba, para luego posar sus ojos en el sello y…
Y entonces era donde se suponía dibujaría el contrasellado que le habían hecho. La más mínima modificación. Cualquier cambio o detalle que no debía estar ahí. El problema era que el sello estaba intacto. Como si, en realidad, no hubiesen revertido nada.
Miró a Chika, que tenía el rostro pálido. Luego a Yui. Luego rápidamente al suelo mientras daba un paso hacia atrás.
—Yui-sama… —Chika había trabajado los suficientes años con Yui para saber que mejor no andarse con rodeos—. Trabajaré las veinticuatro horas del día para tratar de revertir el sellado, pero… Le seré franca. No me esperaba esto. La probabilidad de que lo consiga es baja.
¿Muy poca probabilidad, decía? ¡Que no le hiciesen reír! ¡Ahora mismo tenían un 0,00% de posibilidades! ¡Aquello no era romper el sellado que un monstruo sin cerebro había puesto a su Jinchuuriki! ¡Aquello era revertir el propio sello que los mismísimos maestros y grandes ancianos de las Tres Villas habían ideado para ella! ¡No había forma! ¡No había manera! ¡No otra que no fuese arrancarle el bijuu y volvérselo a sellar! ¡Aunque quizá ni con esas! «Joder, joder, joder. Que no me pregunten. Que no me pregunten. Dios, dios, dios, dios. ¡Si ya sabía yo que había una razón por la que hoy no llueve, joder!»
¿¡Cómo coño se podía ser tan cínico!?
Pero la culpa era suya. La culpa era suya por tratar de discutir con un monstruo como aquel. Con los demonios no se hablaba, se les encerraba entre rejas y se tiraba la llave al abismo del Yomi.
Y punto.
—¿Podrás ahora usar tu técnica interrogatoria, Zetsuo? —preguntó, algo más calmada, una vez Chika paralizó al Gobi con el fuuinjusu—. Solo quiero averiguar si el Kyuubi tiene más bijūs de su parte antes de revertir el sello. Tenemos que saber a lo que nos enfrentamos.
Tras un gesto de Chika, y el asentimiento de Yui, la anciana aprovechó la inmovilidad del cuerpo de Ayame para apartar un poco la tela y tener acceso a su espalda, donde estaba colocado el sello. Cuanto antes empezase con su estudio, mejor.
El joven con gafas pasó de puntillas, intentando no rozar a nadie ni hacer el mínimo ruido, hasta colocarse al lado de su maestra, papel y lápiz en mano. Él podía tener muchos defectos, pero si alguna virtud tenía, eso era en desencriptar y reventar sellados. Se llevó un dedo al puente de las gafas y las empujó hacia arriba, para luego posar sus ojos en el sello y…
Y entonces era donde se suponía dibujaría el contrasellado que le habían hecho. La más mínima modificación. Cualquier cambio o detalle que no debía estar ahí. El problema era que el sello estaba intacto. Como si, en realidad, no hubiesen revertido nada.
Miró a Chika, que tenía el rostro pálido. Luego a Yui. Luego rápidamente al suelo mientras daba un paso hacia atrás.
—Yui-sama… —Chika había trabajado los suficientes años con Yui para saber que mejor no andarse con rodeos—. Trabajaré las veinticuatro horas del día para tratar de revertir el sellado, pero… Le seré franca. No me esperaba esto. La probabilidad de que lo consiga es baja.
¿Muy poca probabilidad, decía? ¡Que no le hiciesen reír! ¡Ahora mismo tenían un 0,00% de posibilidades! ¡Aquello no era romper el sellado que un monstruo sin cerebro había puesto a su Jinchuuriki! ¡Aquello era revertir el propio sello que los mismísimos maestros y grandes ancianos de las Tres Villas habían ideado para ella! ¡No había forma! ¡No había manera! ¡No otra que no fuese arrancarle el bijuu y volvérselo a sellar! ¡Aunque quizá ni con esas! «Joder, joder, joder. Que no me pregunten. Que no me pregunten. Dios, dios, dios, dios. ¡Si ya sabía yo que había una razón por la que hoy no llueve, joder!»