2/01/2019, 21:37
—No tengo ni idea— Exclamó mientras exhalaba más humo aromático. —Algún magnate excéntrico quizás, nunca se sabe con la gente de dinero—. Negó con la cabeza para sí.
—¿De verdad, deveritas no vino?— Ladeó varias veces la cabeza escudriñando los alrededores, cerciorándose de que aquella loca acosadora no estuviera presente. —¡Síiiiiiiii-! EJEM, ejem... Perdón, si, si hay aún cartones del bingo— Su repentina euforia se desdibujo nuevamente en aquella calma profesional de nuevo, aunque una gota de sudor se veía en el costado de su rostro. —Serán cien, con este cartón podrán jugar las rondas que quieran a lo largo de la noche— le ofreció uno a cada dama. —Cada cartón tiene un número asignado, pueden ir a las mesas de acá atrás para corroborar el número de silla— Señaló dos grandes mesas con manteles blancos largos, donde varias personas de buen vestir ya se hallaban sentadas.
—Ouh, parece que no podremos sentarnos juntas.
Kokona le mostró el número en color rojo de la esquina de su cartón, el cuál representaba un diecisiete. Si la kunoichi observaba el suyo, notaría el número doce inscrito en él.
—Medidas de precaución de la casa, aunque ni yo mismo sé para qué lo hacen, sólo hago mi trabajo— Se encogió de hombros el rubio.
—¿De verdad, deveritas no vino?— Ladeó varias veces la cabeza escudriñando los alrededores, cerciorándose de que aquella loca acosadora no estuviera presente. —¡Síiiiiiiii-! EJEM, ejem... Perdón, si, si hay aún cartones del bingo— Su repentina euforia se desdibujo nuevamente en aquella calma profesional de nuevo, aunque una gota de sudor se veía en el costado de su rostro. —Serán cien, con este cartón podrán jugar las rondas que quieran a lo largo de la noche— le ofreció uno a cada dama. —Cada cartón tiene un número asignado, pueden ir a las mesas de acá atrás para corroborar el número de silla— Señaló dos grandes mesas con manteles blancos largos, donde varias personas de buen vestir ya se hallaban sentadas.
—Ouh, parece que no podremos sentarnos juntas.
Kokona le mostró el número en color rojo de la esquina de su cartón, el cuál representaba un diecisiete. Si la kunoichi observaba el suyo, notaría el número doce inscrito en él.
—Medidas de precaución de la casa, aunque ni yo mismo sé para qué lo hacen, sólo hago mi trabajo— Se encogió de hombros el rubio.