3/01/2019, 03:23
(Última modificación: 3/01/2019, 03:35 por Aburame Mei. Editado 1 vez en total.)
Kokona se despidió temporalmente de mi y se marchó a su asiento, imitándome
Tras llegar a mi puesto, reposé con calma, tuve unos segundos para echar un ojo a mis compañeros de mesa, era evidente que eran personas que su presencia imponía bastante, así como lo hacía Kokona, la única que no parecía encajar en todo aquello era yo, algo menos maliciosa. Mi atención fue cautivada cuando los pedestales en dónde estaban los premios fueron movidos hacia el frente de la mesa, posé mis orbes en cada uno de ellos, tomandome el tiempo necesario de deleitarme con cada uno de ellos, en especial con el anillo por el cual había decidido ingresar al juego, y el hermoso kimono que presentaba múltiples peces koi.
«Que hermoso, me conformaría con ganar el anillo o esa prenda, me luciría muy bien» me dije imaginandome como combinaría el kimono en mi.
Fue cuestión de tiempo para que el escenario fuese tomado por un hombre de estatura escasa para su edad, incluso podría inquirir en que era más bajo que yo, vestía un sombrero de copa y traje de gala, nariz alargada, bastón y un monóculo, todo un personaje de caricatura, sí alguien me preguntaba podría decir que eran idénticos.
Escuché con atención el recibimiento que nos hacía, para luego terminar diciendo que más de la mitad del dinero sería donado para una buena causa, tras ello los aplausos resonaron con júbilo y cierta alegría, acción que imité, más que todo para seguir el movimiento de la masa social.
Cerré mi ojo izquierdo y llevé mis dedos a los oídos, tapándolos, esa fue mi reacción, después de todo sentí que la alarma había reventado justo a mi lado, o mejor dicho al lado de mi oído, y lo peor ocurrió después, cuando el agua empezó a caer del techo, miré a mi alrededor, pocos parecían asustados, incluso noté más molestia que temor, no obstante, no dudé en protegerme bajo la mesa, no me importaba demostrar modales en ese momento, no tenía que lucir elegante, no me conocía nadie ahí.
Desde el interior de aquel manto escuché la voz de aquel hombre dando ordenes a diestra y siniestra para recobrar el orden del salón, al escuchar que los premios serían cubiertos, me asomé por debajo del mantel, mirando a los cuidadores, y también a la espera a que dejase de llover, para poder salir de ahí y buscar una toalla.
«Espero que mi maquillaje no se haya arruinado» me dije tocándome la cara, algunas gotas habían impactado en mi rostro.
Tras llegar a mi puesto, reposé con calma, tuve unos segundos para echar un ojo a mis compañeros de mesa, era evidente que eran personas que su presencia imponía bastante, así como lo hacía Kokona, la única que no parecía encajar en todo aquello era yo, algo menos maliciosa. Mi atención fue cautivada cuando los pedestales en dónde estaban los premios fueron movidos hacia el frente de la mesa, posé mis orbes en cada uno de ellos, tomandome el tiempo necesario de deleitarme con cada uno de ellos, en especial con el anillo por el cual había decidido ingresar al juego, y el hermoso kimono que presentaba múltiples peces koi.
«Que hermoso, me conformaría con ganar el anillo o esa prenda, me luciría muy bien» me dije imaginandome como combinaría el kimono en mi.
Fue cuestión de tiempo para que el escenario fuese tomado por un hombre de estatura escasa para su edad, incluso podría inquirir en que era más bajo que yo, vestía un sombrero de copa y traje de gala, nariz alargada, bastón y un monóculo, todo un personaje de caricatura, sí alguien me preguntaba podría decir que eran idénticos.
Escuché con atención el recibimiento que nos hacía, para luego terminar diciendo que más de la mitad del dinero sería donado para una buena causa, tras ello los aplausos resonaron con júbilo y cierta alegría, acción que imité, más que todo para seguir el movimiento de la masa social.
¡¡¡RIIIIIIIIIIIIING!!!
Cerré mi ojo izquierdo y llevé mis dedos a los oídos, tapándolos, esa fue mi reacción, después de todo sentí que la alarma había reventado justo a mi lado, o mejor dicho al lado de mi oído, y lo peor ocurrió después, cuando el agua empezó a caer del techo, miré a mi alrededor, pocos parecían asustados, incluso noté más molestia que temor, no obstante, no dudé en protegerme bajo la mesa, no me importaba demostrar modales en ese momento, no tenía que lucir elegante, no me conocía nadie ahí.
Desde el interior de aquel manto escuché la voz de aquel hombre dando ordenes a diestra y siniestra para recobrar el orden del salón, al escuchar que los premios serían cubiertos, me asomé por debajo del mantel, mirando a los cuidadores, y también a la espera a que dejase de llover, para poder salir de ahí y buscar una toalla.
«Espero que mi maquillaje no se haya arruinado» me dije tocándome la cara, algunas gotas habían impactado en mi rostro.
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