3/01/2019, 04:49
—¡Señorita!— El mismo muchacho de cabellos rubios llegó en su auxilio, toalla en mano. —Acompáñeme por favor— Levantó el mantel para darle paso mientras extendía la toalla. —Puede cubrirse con esto en lo que llegamos a un lugar seco— Extendió la toalla con una mano mientras le tendía la otra, aún cuando él se estaba mojando. —No hay fuego ni nada, no sabemos porqué ha ocurrido esto— Quiso excusarse con la joven.
Entre tanto, los guardias cubrieron con mantas los objetos de valor y se los llevaron lejos del sitio, salvo por uno hombre que is bien vestía igual que los demás, destacaba por su calva cabeza. Envolvió el cuadro con cuidado, y pareció dirigirse a un pasillo distinto a donde estaban llevando el resto de piezas mientras maniobraba entre los asistentes que intentaban resguardarse del incidente.
Una mujer gorda vestida en violeta, con guantes blancos y sombrero del mismo tono se acercó a donde estaban Mei y el joven mozo. Todo estaba en orden, salvo por el delineador negro que parecían ser horripilantes lágrimas negras, la sombra roja que daba la impresión de que sus ojos estaban hundidos y el lápiz labial totalmente corrido dando la impresión de ser mucho más bocona de lo que realmente era.
—¡Dame una toalla a mí también, inútil!— Exigió con las manos en la cintura.
—¡L-lo-lo siento madame! No puedo.
Entre tanto, los guardias cubrieron con mantas los objetos de valor y se los llevaron lejos del sitio, salvo por uno hombre que is bien vestía igual que los demás, destacaba por su calva cabeza. Envolvió el cuadro con cuidado, y pareció dirigirse a un pasillo distinto a donde estaban llevando el resto de piezas mientras maniobraba entre los asistentes que intentaban resguardarse del incidente.
Una mujer gorda vestida en violeta, con guantes blancos y sombrero del mismo tono se acercó a donde estaban Mei y el joven mozo. Todo estaba en orden, salvo por el delineador negro que parecían ser horripilantes lágrimas negras, la sombra roja que daba la impresión de que sus ojos estaban hundidos y el lápiz labial totalmente corrido dando la impresión de ser mucho más bocona de lo que realmente era.
—¡Dame una toalla a mí también, inútil!— Exigió con las manos en la cintura.
—¡L-lo-lo siento madame! No puedo.