5/01/2019, 19:41
Daruu dio un respingo cuando el bijuu reaccionó a la defensiva a la sola mención de que Rikudo era lo mismo que ellos. Luego, escuchó pacientemente todo lo que el Gobi tuvo que decir al respecto.
—Vale, te lo concedo. Os encerró para protegeros —aceptó—. Pero Kokuo, quiero hacerte entender... yo... mira, no sé cómo hacerlo, ¿vale?
Suspiró.
—Es difícil tratar de hablar cordialmente con alguien con quien estás tan enfadado. Supongo que en eso me comprenderás, porque es mutuo. Tú más que yo. Yo... yo lo único que quiero es a Ayame conmigo, ¿entiendes? Si te la llevas, yo te enfrento y la traigo de vuelta, y eso es todo lo que me importa. No tendría por qué darte más explicaciones, pero Ayame y tú estáis condenadas a estar juntas, y tú has... despertado algo raro en mi.
»...he estado pensando. ¿Somos tan distintos, Kokuo? Tú, yo, Ayame, el resto de los humanos. Las Cinco Grandes os usaron como arma, y las nuevas Tres Grandes quieren proteger a los suyos de vuestro poder, porque sólo os han conocido... os han conocido como monstruos destructores.
Daruu levantó ambas manos, pidiendo un poco de tiempo.
—Yo también. Me han educado así y os he conocido por ello. Pero lo que me encuentro aquí es... un ser inteligente. Un ser muy educado, y un ser que afirma querer sólo la libertad. Podría pensar que nos estás embaucando, pero al final sólo me pareces... desesperada por salir. No una sanguinaria.
»¿No tenías nada de miedo a ser encerrada de nuevo? ¿No es ese miedo igual al de las aldeas de sufrir un ataque vuestro, aunque no os entiendan, aunque no os conozcan? ¿No es ese miedo igual al de Rikudo-sennin, que os encerró para protegeros? ¿No nos mueve a todos el mismo sentimiento? ¿No es verdad que os creó un humano, que nacisteis del chakra de un fruto nacido de un árbol compuesto del...? ¡Del chakra de otros humanos!
Se derrumbó, dejando caer un brazo, sujetándose la cabeza con el otro.
—Con formas diferentes, diferente poder. ¿No somos todos lo mismo? ¿No utilizan los humanos a otros humanos como armas porque son fuertes? ¿No será fruto del desconocimiento y el rencor toda esta pantomima de encerraros? ¿Y todo ese odio que tú nos tienes a nosotros?
»Yo no te he hecho nada, Kokuo. Y estoy aquí, hablando contigo, reconociéndote como algo más que el monstruo que me han enseñado a temer. Ayame tampoco te ha hecho nada. Los humanos no somos una conciencia colectiva. Ella está tan atada a ti como tu a ella.
—Vale, te lo concedo. Os encerró para protegeros —aceptó—. Pero Kokuo, quiero hacerte entender... yo... mira, no sé cómo hacerlo, ¿vale?
Suspiró.
—Es difícil tratar de hablar cordialmente con alguien con quien estás tan enfadado. Supongo que en eso me comprenderás, porque es mutuo. Tú más que yo. Yo... yo lo único que quiero es a Ayame conmigo, ¿entiendes? Si te la llevas, yo te enfrento y la traigo de vuelta, y eso es todo lo que me importa. No tendría por qué darte más explicaciones, pero Ayame y tú estáis condenadas a estar juntas, y tú has... despertado algo raro en mi.
»...he estado pensando. ¿Somos tan distintos, Kokuo? Tú, yo, Ayame, el resto de los humanos. Las Cinco Grandes os usaron como arma, y las nuevas Tres Grandes quieren proteger a los suyos de vuestro poder, porque sólo os han conocido... os han conocido como monstruos destructores.
Daruu levantó ambas manos, pidiendo un poco de tiempo.
—Yo también. Me han educado así y os he conocido por ello. Pero lo que me encuentro aquí es... un ser inteligente. Un ser muy educado, y un ser que afirma querer sólo la libertad. Podría pensar que nos estás embaucando, pero al final sólo me pareces... desesperada por salir. No una sanguinaria.
»¿No tenías nada de miedo a ser encerrada de nuevo? ¿No es ese miedo igual al de las aldeas de sufrir un ataque vuestro, aunque no os entiendan, aunque no os conozcan? ¿No es ese miedo igual al de Rikudo-sennin, que os encerró para protegeros? ¿No nos mueve a todos el mismo sentimiento? ¿No es verdad que os creó un humano, que nacisteis del chakra de un fruto nacido de un árbol compuesto del...? ¡Del chakra de otros humanos!
Se derrumbó, dejando caer un brazo, sujetándose la cabeza con el otro.
—Con formas diferentes, diferente poder. ¿No somos todos lo mismo? ¿No utilizan los humanos a otros humanos como armas porque son fuertes? ¿No será fruto del desconocimiento y el rencor toda esta pantomima de encerraros? ¿Y todo ese odio que tú nos tienes a nosotros?
»Yo no te he hecho nada, Kokuo. Y estoy aquí, hablando contigo, reconociéndote como algo más que el monstruo que me han enseñado a temer. Ayame tampoco te ha hecho nada. Los humanos no somos una conciencia colectiva. Ella está tan atada a ti como tu a ella.