5/01/2019, 20:05
—Vale, te lo concedo. Os encerró para protegeros —aceptó Daruu—. Pero Kokuō, quiero hacerte entender... yo... mira, no sé cómo hacerlo, ¿vale?
Kokuō apretó las mandíbulas, pero le dio la oportunidad de hablar. Y ella escuchó. Escuchó durante todo su argumento sin dejar que ningún sentimiento asomara a su expresión.
¿En qué momento se había parado a debatir con un humano? ¿En qué momento se había rebajado tanto como para hacer algo así? ¿Y por qué las palabras y los argumentos de aquel simple muchacho estaban removiendo tantas sensaciones en su interior?
—Si yo fuera el monstruo sanguinario que imagináis no habría intentado huir a la otra punta del mundo —habló con lentitud, mirándole con fijeza con aquellos vibrantes ojos turquesas—. Si yo fuera ese monstruo sanguinario que imagináis habría dejado que la señorita regresara a Amegakure tal y como me pedía una y otra vez. Y... una vez dentro... habría retomado el control de su cuerpo y habría reducido la aldea a cenizas como venganza.
»Le seré sincera: quizás alguno de mis Hermanos lo habría hecho —Como por ejemplo Kurama o Shukaku—. Pero yo sólo quería vivir en paz. ¿Se me puede juzgar por eso? Yo ya he perdido mi ansiada libertad. Y ahora, Amedama Daruu —continuó, tras una breve pausa—, sólo me queda esperar. Esperar a que vuestra Arashikage encuentre la forma de volver a revertir el sello y regresar a mi diminuta jaula para el resto de los días de la señorita.
Kokuō apretó las mandíbulas, pero le dio la oportunidad de hablar. Y ella escuchó. Escuchó durante todo su argumento sin dejar que ningún sentimiento asomara a su expresión.
¿En qué momento se había parado a debatir con un humano? ¿En qué momento se había rebajado tanto como para hacer algo así? ¿Y por qué las palabras y los argumentos de aquel simple muchacho estaban removiendo tantas sensaciones en su interior?
—Si yo fuera el monstruo sanguinario que imagináis no habría intentado huir a la otra punta del mundo —habló con lentitud, mirándole con fijeza con aquellos vibrantes ojos turquesas—. Si yo fuera ese monstruo sanguinario que imagináis habría dejado que la señorita regresara a Amegakure tal y como me pedía una y otra vez. Y... una vez dentro... habría retomado el control de su cuerpo y habría reducido la aldea a cenizas como venganza.
»Le seré sincera: quizás alguno de mis Hermanos lo habría hecho —Como por ejemplo Kurama o Shukaku—. Pero yo sólo quería vivir en paz. ¿Se me puede juzgar por eso? Yo ya he perdido mi ansiada libertad. Y ahora, Amedama Daruu —continuó, tras una breve pausa—, sólo me queda esperar. Esperar a que vuestra Arashikage encuentre la forma de volver a revertir el sello y regresar a mi diminuta jaula para el resto de los días de la señorita.