5/01/2019, 22:13
—¡Ayame! ¡Ayame! —Desafiando todos los preceptos vitales de alguien que se sabe prudente, Daruu se lanzó a las rejas como un animal hambriento, agarrándose a los barrotes. Siguió a la desgastada Ayame con la mirada hasta que estuvo apenas a unos centímetros, y con mucha dificultad consiguió juntar su nariz con la de ella. Fue entonces cuando se deshizo en lágrimas, cualquier fortaleza mostrada derrumbada como una pared de papel—. ¡Ayame! Te echo de menos, Ayame...
»Todo esto es una locura...
Era demasiado para asimilar. Se sintió con ganas de comentarlo con ella. Pero luego se tuvo que recordar que Ayame y Kokuo compartían cuerpo y mente.
—Ayame, ¿cómo gestionamos todo esto? Yo no puedo sólo. Allá afuera nadie va a ponerse a dialogar con Kokuo como lo he hecho yo. Ni siquiera sé si ha sido sensato. Si podemoos confiar en lo que dice, si no tiene intención de aplastarte a la mínima de cambio...
»Aún así, gracias por dejarme verla, Kokuo, si estás ahí.
»Todo esto es una locura...
Era demasiado para asimilar. Se sintió con ganas de comentarlo con ella. Pero luego se tuvo que recordar que Ayame y Kokuo compartían cuerpo y mente.
—Ayame, ¿cómo gestionamos todo esto? Yo no puedo sólo. Allá afuera nadie va a ponerse a dialogar con Kokuo como lo he hecho yo. Ni siquiera sé si ha sido sensato. Si podemoos confiar en lo que dice, si no tiene intención de aplastarte a la mínima de cambio...
»Aún así, gracias por dejarme verla, Kokuo, si estás ahí.