6/01/2019, 00:23
Daruu frotó su nariz contra la de ella y después se separó. La miró a los ojos y ella se sumergió en sus iris violetas, esos ojos que tanto había añorado. Se fundió en sus ojos como si así pudiera conseguir que se la llevaran con él. Que la sacaran de aquella cárcel. Que la despertaran de aquella larguísima pesadilla.
—Tenemos que confiar en que puedan revertir el sello —dijo Daruu, y ella sólo consiguió asentir brevemente, con la debilitada llama de la esperanza titilando de nuevo en su maltrecho corazón—. De todas formas... de todas formas está claro que algo tenemos que hacer con Kokuō. No creo que ella esté muy feliz cuando vuelva a esa jaula de la que habla. ¿Pero cómo podríamos ayudarla? No pienso dejar que te suicides para liberarla a ella. No lo aceptaré.
Ayame lanzó un largo y tendido suspiro.
—Yo... yo tampoco quiero que vuelvan a encerrarla así, Daruu-kun... —admitió en voz baja. Y entonces tiritó con violencia en sus brazos—. Esa jaula, Daruu-kun... Esa jaula... Es asfixiante... Es tan pequeña que casi no puedes moverte en su interior...
Entonces le miró por debajo de las pestañas con aquellos ojos hinchados y febriles. Dudó un instante sobre si seguir hablando, pero entonces sus labios temblaron en una sonrisa nerviosa y confesó en voz baja, apenas un susurro:
—Le he estado dando vueltas todo este tiempo... y... y creo que tengo una idea al respecto... una técnica... pero no sé si podría funcionar. No lo sé...
—Tenemos que confiar en que puedan revertir el sello —dijo Daruu, y ella sólo consiguió asentir brevemente, con la debilitada llama de la esperanza titilando de nuevo en su maltrecho corazón—. De todas formas... de todas formas está claro que algo tenemos que hacer con Kokuō. No creo que ella esté muy feliz cuando vuelva a esa jaula de la que habla. ¿Pero cómo podríamos ayudarla? No pienso dejar que te suicides para liberarla a ella. No lo aceptaré.
Ayame lanzó un largo y tendido suspiro.
—Yo... yo tampoco quiero que vuelvan a encerrarla así, Daruu-kun... —admitió en voz baja. Y entonces tiritó con violencia en sus brazos—. Esa jaula, Daruu-kun... Esa jaula... Es asfixiante... Es tan pequeña que casi no puedes moverte en su interior...
Entonces le miró por debajo de las pestañas con aquellos ojos hinchados y febriles. Dudó un instante sobre si seguir hablando, pero entonces sus labios temblaron en una sonrisa nerviosa y confesó en voz baja, apenas un susurro:
—Le he estado dando vueltas todo este tiempo... y... y creo que tengo una idea al respecto... una técnica... pero no sé si podría funcionar. No lo sé...