6/01/2019, 16:43
La mañana del tercer día, el humano peculiar volvió a visitar a las reas. Anunció su llegada el portón metálico, y unos pasos inusualmente nerviosos. Amedama Daruu arrastró la silla y se colocó frente a los barrotes, esta vez bastante más cerca. Sonreía, y sujetaba entre los dedos de la mano izquierda un papelito de color rosa pálido.
—Buenos días, Ayame, Kokuō —dijo—. ¿Qué tal lleváis la fiebre?
—Buenos días, Ayame, Kokuō —dijo—. ¿Qué tal lleváis la fiebre?