6/01/2019, 17:48
—Me parece gracioso, porque estás teniendo la reacción de una niña pequeña —respondió Daruu, inclinándose hacia delante, hacia un Bijū que, de no haber tenido aquellas rejas de por medio, sin duda habría saltado sobre su cuello—. Si yo quisiera envenenar a alguien enmascararía cualquier mal sabor y olor con algo placentero, como fresas o chocolate. No, Kokuō, la medicina nunca sabe bien. Pero cura.
Kokuō gruñó con más fuerza aún, un gruñido que nacía desde lo más profundo de su pecho y reverberaba entre sus dientes. Sus manos se cerraron con fuerza alrededor de los barrotes, hasta el punto que sus nudillos se volvieron blancos. Y, tras un último apretón, terminó por relajarse.
—Los humanos son terriblemente frágiles —comentó, enrabietada—. "Come, pero eso no que es venenoso", "bebe", "no enfermes", "toma medicinas"... ¡BAH! —resopló, cruzándose de brazos y apoyándose en la pared más cercana—. ¿Y qué está haciendo usted otra vez aquí? ¿Ha venido a presenciar el próximo pase del espectáculo?
«Te lo dije.»
Kokuō gruñó con más fuerza aún, un gruñido que nacía desde lo más profundo de su pecho y reverberaba entre sus dientes. Sus manos se cerraron con fuerza alrededor de los barrotes, hasta el punto que sus nudillos se volvieron blancos. Y, tras un último apretón, terminó por relajarse.
—Los humanos son terriblemente frágiles —comentó, enrabietada—. "Come, pero eso no que es venenoso", "bebe", "no enfermes", "toma medicinas"... ¡BAH! —resopló, cruzándose de brazos y apoyándose en la pared más cercana—. ¿Y qué está haciendo usted otra vez aquí? ¿Ha venido a presenciar el próximo pase del espectáculo?