6/01/2019, 20:36
—¡Si me pongo a buscar ayuda perderé tiempo y el culpable podría escapar!— Le echó en cara a la Aburame mientras tiraba a correr. Sin embargo, probablemente no estaba tomando en cuenta que el criminal pudiese ser peligroso de una u otra forma y que al no contar con refuerzos de todas formas se le imposibilitaría recuperar la obra de arte. La chica decidió seguirlo, pero él no tenía intenciones de frenarse para reprocharle, así que no dijo nada y siguió con su camino a través del angosto pasillo que llevaba a la salida trasera.
Iba tan rápido, que al llegar a un cruce no pudo evitar chocar con cierta dama de ojos anaranjados que venía caminando en la otra dirección.
—¡AHHHH!— Gritó Kokona al caer abruptamente al suelo, empujada por el muchacho.
—AY DIOS NONONONONONONO— Se quedó petrificado unos segundos y sudando a mares al ver a la mujer de negro intentar levantarse. —¡¿Seencuentrabienseñorita?! Perdón, perdón, perdón— Se inclinó repetidas veces para disculparse.
—¡¿Y si mejor me ayudas a levantarme?!— Infló los cachetes, molesta. —Oh, Mei... ¡Ay!, au...— Se sobó la pierna.
Sus cabellos estaban bastante humedecidos y se le pegaban al rostro al igual que su vestido, aunque su maquillaje estaba igual de impecable que cuando la vio por primera vez.
—¡Lo siento hay prisa!— Trotaba en el mismo sitio, esperando a que se quitara de enfrente para poder seguir en búsqueda del ladrón.
Iba tan rápido, que al llegar a un cruce no pudo evitar chocar con cierta dama de ojos anaranjados que venía caminando en la otra dirección.
—¡AHHHH!— Gritó Kokona al caer abruptamente al suelo, empujada por el muchacho.
—AY DIOS NONONONONONONO— Se quedó petrificado unos segundos y sudando a mares al ver a la mujer de negro intentar levantarse. —¡¿Seencuentrabienseñorita?! Perdón, perdón, perdón— Se inclinó repetidas veces para disculparse.
—¡¿Y si mejor me ayudas a levantarme?!— Infló los cachetes, molesta. —Oh, Mei... ¡Ay!, au...— Se sobó la pierna.
Sus cabellos estaban bastante humedecidos y se le pegaban al rostro al igual que su vestido, aunque su maquillaje estaba igual de impecable que cuando la vio por primera vez.
—¡Lo siento hay prisa!— Trotaba en el mismo sitio, esperando a que se quitara de enfrente para poder seguir en búsqueda del ladrón.