6/01/2019, 23:59
Daruu desvió la mirada, incómodo. Y Kokuō supo, sin necesidad de técnicas de lectura de mentes, que había acertado. Al menos, quizás, en parte.
—Eeeeh... ¿ssssí? —dijo—. Bueno, no exactamente así, pero, quiero decir. Si reconocemos que hay sólo buena voluntad de parte de todos, ¿tanto te costaría... aceptar tener una libertad... limitada?
«Y yo que creía que la Señorita era la de las locuras...» Pensó Kokuō, boquiabierta, pero antes de que pudiera decir nada al respecto, Daruu continuó:
—Espera. A lo que me refiero es que, a Ayame no creo que le importe dejarte días enteros libre, si en lugar de ser una libertad o retención forzada es de mutuo acuerdo. Y... y... la locura viene de, bueno. Podríamos... fingir que Ayame ha conseguido recuperar el control, y Yui os liberaría. Y luego... pues cedéoslo entre vosotras a ratos cuando queráis. ¿...No?
—Claaaro. Estoy segurísima de que a Zetsuo le encantaría verme campando por su casa durante días —contestó, con una risilla llena de sarcasmo—. O mejor, Yui. ¡O los humanos de Amegakure! Mira, incluso podría pasarme por la pastelería de tu madre. Siempre he sentido curiosidad por esos dulces tan extraños.
—¿El sello no puede... retirarse? ¿Como si Ayame perdiera el control por completo? ¿Para eliminar esa... esa jaula? —preguntó Daruu, tragando saliva.
Y Kokuō no daba crédito a lo que estaba oyendo. ¿Es que aquel muchacho se había vuelto loco? ¿Estaba hablando en serio? ¿De verdad querían liberarla?
—Pregúntaselo a ella misma, seguro que si fuera por ella te dejaba poseerla de vez en cuando...
Kokuō agachó la cabeza, repentinamente sombría. Daruu era un chico inteligente, muy inteligente. ¿Quizás estaba intentando ganarse su confianza, camelársela, para buscar un punto débil en el sello? ¿Una forma de hacer regresar a Ayame?
—Buen intento, Amedama Daruu. Buen intento.
—Eeeeh... ¿ssssí? —dijo—. Bueno, no exactamente así, pero, quiero decir. Si reconocemos que hay sólo buena voluntad de parte de todos, ¿tanto te costaría... aceptar tener una libertad... limitada?
«Y yo que creía que la Señorita era la de las locuras...» Pensó Kokuō, boquiabierta, pero antes de que pudiera decir nada al respecto, Daruu continuó:
—Espera. A lo que me refiero es que, a Ayame no creo que le importe dejarte días enteros libre, si en lugar de ser una libertad o retención forzada es de mutuo acuerdo. Y... y... la locura viene de, bueno. Podríamos... fingir que Ayame ha conseguido recuperar el control, y Yui os liberaría. Y luego... pues cedéoslo entre vosotras a ratos cuando queráis. ¿...No?
—Claaaro. Estoy segurísima de que a Zetsuo le encantaría verme campando por su casa durante días —contestó, con una risilla llena de sarcasmo—. O mejor, Yui. ¡O los humanos de Amegakure! Mira, incluso podría pasarme por la pastelería de tu madre. Siempre he sentido curiosidad por esos dulces tan extraños.
—¿El sello no puede... retirarse? ¿Como si Ayame perdiera el control por completo? ¿Para eliminar esa... esa jaula? —preguntó Daruu, tragando saliva.
Y Kokuō no daba crédito a lo que estaba oyendo. ¿Es que aquel muchacho se había vuelto loco? ¿Estaba hablando en serio? ¿De verdad querían liberarla?
—Pregúntaselo a ella misma, seguro que si fuera por ella te dejaba poseerla de vez en cuando...
Kokuō agachó la cabeza, repentinamente sombría. Daruu era un chico inteligente, muy inteligente. ¿Quizás estaba intentando ganarse su confianza, camelársela, para buscar un punto débil en el sello? ¿Una forma de hacer regresar a Ayame?
—Buen intento, Amedama Daruu. Buen intento.