7/01/2019, 14:04
Pero Kori negó con la cabeza.
—No el tuyo. El de esos Generales.
La pregunta cayó, pesada como un mazo. Kokuo había tensado todos los músculos del cuerpo al escucharla, pero no tardó en relajar los hombros. Terriblemente sombría, se acercó con lentitud hasta los barrotes hasta que la luz de los fluorescentes se reflejó en sus vibrantes iris, clavados en El Hielo.
—No se equivoque, humano —siseó, peligrosa. Tan peligrosa como podía ser una orca asesina tras una vidriera—. Que me rebaje a hablar con ustedes no significa que vaya a traicionar a mis Hermanos.
—No el tuyo. El de esos Generales.
La pregunta cayó, pesada como un mazo. Kokuo había tensado todos los músculos del cuerpo al escucharla, pero no tardó en relajar los hombros. Terriblemente sombría, se acercó con lentitud hasta los barrotes hasta que la luz de los fluorescentes se reflejó en sus vibrantes iris, clavados en El Hielo.
—No se equivoque, humano —siseó, peligrosa. Tan peligrosa como podía ser una orca asesina tras una vidriera—. Que me rebaje a hablar con ustedes no significa que vaya a traicionar a mis Hermanos.