7/01/2019, 16:33
(Última modificación: 7/01/2019, 16:34 por Aotsuki Ayame.)
—Desde que volvimos con vosotras del País del Agua, mi madre está algo... cambiada —respondió, con un sonado suspiro.
Se preguntaba Ayame, extrañada. Y Kokuo supo de inmediato que la muchacha había esperado que un golpe así se lo hubiera asestado su padre antes que aquella mujer, siempre tan alegre y dulce como los pasteles que vendía.
—Hoy es el primer día que he tenido libre desde que vine la última vez. Insiste en... entrenarme.
Incluso eso sonaba a algo más propio de Zetsuo que de Kiroe.
—Oh, y cometí el error de comentarle esa idea loca mía.
Ayame ahogó una exclamación, pero Kokuo se dio una palmada en la frente.
—¿Pero cómo se le ha ocurrido? —suspiró—. ¡Ahora irá a contárselo a Zetsuo o incluso a Yui! Lo raro es que le hayan dejado volver a vernos después de algo así...
«¿Kiroe-san?»
Se preguntaba Ayame, extrañada. Y Kokuo supo de inmediato que la muchacha había esperado que un golpe así se lo hubiera asestado su padre antes que aquella mujer, siempre tan alegre y dulce como los pasteles que vendía.
—Hoy es el primer día que he tenido libre desde que vine la última vez. Insiste en... entrenarme.
Incluso eso sonaba a algo más propio de Zetsuo que de Kiroe.
—Oh, y cometí el error de comentarle esa idea loca mía.
Ayame ahogó una exclamación, pero Kokuo se dio una palmada en la frente.
—¿Pero cómo se le ha ocurrido? —suspiró—. ¡Ahora irá a contárselo a Zetsuo o incluso a Yui! Lo raro es que le hayan dejado volver a vernos después de algo así...