9/01/2019, 00:07
(Última modificación: 9/01/2019, 00:09 por Inuzuka Etsu. Editado 2 veces en total.)
La mujer se emocionó al escuchar la voluntad del Inuzuka por convertirse en el mejor shinobi, pero eso no le hizo vacilar; sin apuro, la señora Komachi indujo a los chicos a aligerarse en su actual cometido. Etsu afirmó nuevamente con la cabeza. Todos parecían estar dispuestos, y ya no había motivos para demorar.
Tan rápido como pudieron, el cuarteto de genin llegó hasta la puerta de la tienda. La susodicha era bastante simple, con ventanales bien amplios que claramente ilustraban de qué iba el negocio. Numerosas plantas buscaban a toda costa un poco de luz, peleando incluso entre ellas mismas con ese motivo, un resquicio de luz. Sobre la puerta, un cartel anunciaba el nombre del comercio, Herbolario de Taitama. Y estaba aparentemente abierto al público, pues la única impedimenta hacia su interior era una mísera cortina casi translúcida. Etsu se adelantó en la entrada, mas una vez todos dentro, quedaron impresionados por el local. Cada uno a su manera.
El golpe de olores en plenas fosas nasales no fue solo impactante para el can, si no que también lo fue así para el rastas. No era para menos, ambos tenían una capacidad olfativa muy superiores a las de cualquier persona. Si ya de por sí los olores eran intensos, al estar en un recinto casi hermético, la sensación se intensificaba. Casi les saltan las lágrimas, a sendos Inuzuka, y eso que las fragancias no eran una hediondez.
—¡La madre que me trajo! —se quejó a gritos en un susurro.
La tendera acudió a los chicos en pos de atenderles. Preguntó en qué podía ayudarles, y se adelantó hasta a las posibles respuestas. La mujer intuyó lo que podía ser, quizás lo que los chicos acudían a buscar normalmente. Pero éstos chicos que tenía frente a ella no iban en busca de algo que adornase el sabor u olor de una comida.
Antes de que le llegasen a decir nada, la mujer hizo un inciso. No tenía buenas experiencias con los animales en su tienda, y con las mismas le solicitó a Kazuma que sacase a su perrito de la tienda. El chico no pareció entenderlo, y miró extrañado tanto a Akane como a la mujer. Etsu aguardó con la misma mueca, y miró a Akane y luego a la señora, para por último pasar a Kazuma. Sin preámbulos, se adelantó un par de pasos, y alzó las manos para realizar un sello. Con las mismas, su hermano de sangre se convirtió en una copia exacta del rastas. Quizás con unos colmillos y uñas un tanto mas alargadas.
—Akane es un genin más, como nosotros tres —indicó para dar a conocer parte del trabajo que tenían entre manos. —A mi me afectan los olores de igual forma que él, y no prescindiremos de ningún miembro del equipo. Lo lamento mucho, pero si insiste en que abandone la tienda, deberíamos hablar fuera todos.
»Nos hizo llamar la señora Komachi, y somos el equipo de genin que ha solicitado para la labor de recoger ciertas hierbas para su tienda. Mi nombre es Inuzuka Etsu, y éstos son Inuzuka Akane, Hanamura Kazuma, y Sagisō Ranko.
Obviamente, acompañó en cada nombre con un gesto de mano, en pos de un fácil reconocimiento por parte de la mujer, encargada de la tienda. La verdad, era casi digno de admiración que se acordase del nombre de la chica y el chico que acompañaban a los Inuzuka, normalmente era una persona de memoria volátil... o efímera.
Tan rápido como pudieron, el cuarteto de genin llegó hasta la puerta de la tienda. La susodicha era bastante simple, con ventanales bien amplios que claramente ilustraban de qué iba el negocio. Numerosas plantas buscaban a toda costa un poco de luz, peleando incluso entre ellas mismas con ese motivo, un resquicio de luz. Sobre la puerta, un cartel anunciaba el nombre del comercio, Herbolario de Taitama. Y estaba aparentemente abierto al público, pues la única impedimenta hacia su interior era una mísera cortina casi translúcida. Etsu se adelantó en la entrada, mas una vez todos dentro, quedaron impresionados por el local. Cada uno a su manera.
El golpe de olores en plenas fosas nasales no fue solo impactante para el can, si no que también lo fue así para el rastas. No era para menos, ambos tenían una capacidad olfativa muy superiores a las de cualquier persona. Si ya de por sí los olores eran intensos, al estar en un recinto casi hermético, la sensación se intensificaba. Casi les saltan las lágrimas, a sendos Inuzuka, y eso que las fragancias no eran una hediondez.
—¡La madre que me trajo! —se quejó a gritos en un susurro.
La tendera acudió a los chicos en pos de atenderles. Preguntó en qué podía ayudarles, y se adelantó hasta a las posibles respuestas. La mujer intuyó lo que podía ser, quizás lo que los chicos acudían a buscar normalmente. Pero éstos chicos que tenía frente a ella no iban en busca de algo que adornase el sabor u olor de una comida.
Antes de que le llegasen a decir nada, la mujer hizo un inciso. No tenía buenas experiencias con los animales en su tienda, y con las mismas le solicitó a Kazuma que sacase a su perrito de la tienda. El chico no pareció entenderlo, y miró extrañado tanto a Akane como a la mujer. Etsu aguardó con la misma mueca, y miró a Akane y luego a la señora, para por último pasar a Kazuma. Sin preámbulos, se adelantó un par de pasos, y alzó las manos para realizar un sello. Con las mismas, su hermano de sangre se convirtió en una copia exacta del rastas. Quizás con unos colmillos y uñas un tanto mas alargadas.
—Akane es un genin más, como nosotros tres —indicó para dar a conocer parte del trabajo que tenían entre manos. —A mi me afectan los olores de igual forma que él, y no prescindiremos de ningún miembro del equipo. Lo lamento mucho, pero si insiste en que abandone la tienda, deberíamos hablar fuera todos.
»Nos hizo llamar la señora Komachi, y somos el equipo de genin que ha solicitado para la labor de recoger ciertas hierbas para su tienda. Mi nombre es Inuzuka Etsu, y éstos son Inuzuka Akane, Hanamura Kazuma, y Sagisō Ranko.
Obviamente, acompañó en cada nombre con un gesto de mano, en pos de un fácil reconocimiento por parte de la mujer, encargada de la tienda. La verdad, era casi digno de admiración que se acordase del nombre de la chica y el chico que acompañaban a los Inuzuka, normalmente era una persona de memoria volátil... o efímera.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~