11/01/2019, 19:26
—Pues ya lo habéis encontrado, ahora podéis empezar a buscar a Tanzō, que es el que está desaparecido.
—Per- —antes de reprocharle que necesitaban información antes de actuar, una mujer apareció tras el hombre, a quien arrebató la herramienta como si ésta no pesase más de diez gramos y la cual regañó al hombre que miraba a los ninjas con gesto torcido.
—Dejales pasar y deja de tocar las narices.
Cualquiera que los viera a simple vista diría que la mujer no podría enfrentarse a él, pero los estereotipos no podían enfrentarse a la realidad: aquella preciosa mujer de cabellos oscuros le hacía perfectamente frente al herrero que, haciendo ligeramente burla a la mujer, entró de nuevo en la forja. Ella le dedicó una mirada que lo hubiera matado si éstas matasen y luego se dirigió a Nabi y Eri.
— Perdonadle, está... tenso desde el incidente. Pasad.
—Gracias —agradeció Eri, dedicándole una inclinación de cabeza, y luego entró a la sala donde había entrado el hombre.
Rodeados de muebles de madera comenzó el interrogatorio típico antes de comenzar con la misión. Así que Eri, murmurando con permiso, tomó asiento en una de las sillas que rodeaban la mesa de madera donde aguardaba Kajiya.
—Estamos aquí por la desaparición, tanto de un arma como de un hombre, así que necesitamos hacerles unas preguntas antes de actuar —explicó—. Primero, me gustaría que nos hablasen del arma realizada y a quién iba dirigida y también sobre el hombre desaparecido, cuándo y cómo ocurrió —pidió—, y sobre los bandidos que os llevaban acosando tiempo.
Luego le dio un codazo a Nabi ligeramente, por si él quería preguntar algo más.
—Per- —antes de reprocharle que necesitaban información antes de actuar, una mujer apareció tras el hombre, a quien arrebató la herramienta como si ésta no pesase más de diez gramos y la cual regañó al hombre que miraba a los ninjas con gesto torcido.
—Dejales pasar y deja de tocar las narices.
Cualquiera que los viera a simple vista diría que la mujer no podría enfrentarse a él, pero los estereotipos no podían enfrentarse a la realidad: aquella preciosa mujer de cabellos oscuros le hacía perfectamente frente al herrero que, haciendo ligeramente burla a la mujer, entró de nuevo en la forja. Ella le dedicó una mirada que lo hubiera matado si éstas matasen y luego se dirigió a Nabi y Eri.
— Perdonadle, está... tenso desde el incidente. Pasad.
—Gracias —agradeció Eri, dedicándole una inclinación de cabeza, y luego entró a la sala donde había entrado el hombre.
Rodeados de muebles de madera comenzó el interrogatorio típico antes de comenzar con la misión. Así que Eri, murmurando con permiso, tomó asiento en una de las sillas que rodeaban la mesa de madera donde aguardaba Kajiya.
—Estamos aquí por la desaparición, tanto de un arma como de un hombre, así que necesitamos hacerles unas preguntas antes de actuar —explicó—. Primero, me gustaría que nos hablasen del arma realizada y a quién iba dirigida y también sobre el hombre desaparecido, cuándo y cómo ocurrió —pidió—, y sobre los bandidos que os llevaban acosando tiempo.
Luego le dio un codazo a Nabi ligeramente, por si él quería preguntar algo más.