11/10/2015, 17:48
La jovencita de cabellos azules parecía estar más aliviada una vez subida al carruaje. Por un instante al mirarla de reojo, el Ishimura pudo comprender un poco el por qué. Si bien la ropa de Kazuma era un uniforme sencillo y elegante, podía llegar a ponerse bastante incomodo, por lo que tomando en cuentan todos los atavíos que cargaba encima, aquella chica debía de estar un poco cansada.
—Me parece bien, supongo que improvisaremos.
Luego de decir aquello, dio una pequeña sacudida a las riendas para que el animal supiera que tenía que avanzar. Inmediatamente así lo hizo, con un paso elegante y relajado. Cuando el animal llevo el vehículo hasta el camino que debía tomar, comenzó a caminar con un poco más de entusiasmo, como si el mismo quisiera pasear.
—Tranquilo chico, se que tienes tiempo sin salir pero necesito que lo tomes con calma —le dijo al caballo, con una voz suave que transmitía serenidad.
En cuanto la velocidad de la carroza se estabilizo, el joven peliblanco tiro de un pequeño hilo que resultaba ser el seguro de los abanicos. Inmediatamente iniciaron un movimiento oscilatorio bastante suave que provocaba una brisa suave y relajante. Lo mejor era que como había dos de estos aparatos, la corriente venia de ambos lados, encontrándose en el lugar donde debían de estar sentados los pasajeros.
—Bueno ya que es un día un poco caluroso creo que primero deberíamos pasar por la zona donde están las fuentes.
Y con eso dicho encamino el coche hacia el sitio seleccionado.
—Me parece bien, supongo que improvisaremos.
Luego de decir aquello, dio una pequeña sacudida a las riendas para que el animal supiera que tenía que avanzar. Inmediatamente así lo hizo, con un paso elegante y relajado. Cuando el animal llevo el vehículo hasta el camino que debía tomar, comenzó a caminar con un poco más de entusiasmo, como si el mismo quisiera pasear.
—Tranquilo chico, se que tienes tiempo sin salir pero necesito que lo tomes con calma —le dijo al caballo, con una voz suave que transmitía serenidad.
En cuanto la velocidad de la carroza se estabilizo, el joven peliblanco tiro de un pequeño hilo que resultaba ser el seguro de los abanicos. Inmediatamente iniciaron un movimiento oscilatorio bastante suave que provocaba una brisa suave y relajante. Lo mejor era que como había dos de estos aparatos, la corriente venia de ambos lados, encontrándose en el lugar donde debían de estar sentados los pasajeros.
—Bueno ya que es un día un poco caluroso creo que primero deberíamos pasar por la zona donde están las fuentes.
Y con eso dicho encamino el coche hacia el sitio seleccionado.