13/01/2019, 02:31
Fue casi instantáneo. Un segundo antes, Kokuo estaba escupiendo a Aotsuki Zetsuo. Un segundo después, el escupitajo llegó al águila. Y él tenía la pierna levantada. De un impulso, estampó sin piedad la suela de su bota sobre el rostro de Kokuo.
—MALDITO ENGENDRO HIJO DE LA GRAN PUTA, MALDITO SEA EL DÍA EN EL QUE...
La visita de Zetsuo duró muy poco más. El hombre se había abalanzado sobre los barrotes, pero dos vigilantes de los calabozos habían entrado a toda prisa y consiguieron sujetarle por los brazos. El veterano director de hospital tuvo que ser sacado a rastras mientras amenazaba con sedar a ambos guardias y echarlos al mar.
Luego, el silencio.
—MALDITO ENGENDRO HIJO DE LA GRAN PUTA, MALDITO SEA EL DÍA EN EL QUE...
La visita de Zetsuo duró muy poco más. El hombre se había abalanzado sobre los barrotes, pero dos vigilantes de los calabozos habían entrado a toda prisa y consiguieron sujetarle por los brazos. El veterano director de hospital tuvo que ser sacado a rastras mientras amenazaba con sedar a ambos guardias y echarlos al mar.
Luego, el silencio.