13/01/2019, 14:10
Los guardias volvieron a entrar y se ocuparon de curarle la herida a Kokuo. Gracias a una rápida atención, consiguieron reparar gran parte del daño, pero el labio superior quedó hinchado y algo amoratado.
Un rato después, Amedama Daruu volvió a entrar en el calabozo. Por la forma de andar, decidida, y los silbidos alegres del muchacho, parecía haberse olvidado por completo de la conversación que había tenido lugar el día anterior. Daruu se sentó en la silla, tranquilamente, y sólo entonces se alteró.
—¡Kokuo! ¿¡Qué ha pasado!? Tu labio...
Un rato después, Amedama Daruu volvió a entrar en el calabozo. Por la forma de andar, decidida, y los silbidos alegres del muchacho, parecía haberse olvidado por completo de la conversación que había tenido lugar el día anterior. Daruu se sentó en la silla, tranquilamente, y sólo entonces se alteró.
—¡Kokuo! ¿¡Qué ha pasado!? Tu labio...