15/01/2019, 23:52
De nuevo, Kokuo rio. Daruu empezó a sentirse un poco irritado. Con un ligero mohín molesto, se cruzó de brazos. El Gobi indicó que, evidentemente, todos eran grandes y todos tenían colas. Bueno, es que se llamaban así, Bestias con Cola, y Daruu no sabía más de su aspecto que eso.
—¿Quién sabe? Quizás algún día nos veamos cara a cara.
Glups, Daruu tragó saliva. La idea, así de buenas a primeras, no se le antojaba apetecible.
Kokuo preguntó sobre nuevas.
—Lo siento, pero no. —El muchacho se encogió de hombros—. Puede que la única encerrada en el calabozo seas tú, pero a los demás nos tienen tan aislados o más en cuanto a información sobre vuestro caso se refiere. —Recordó un momento algo y rio en voz baja—. Zetsuo está hecho una furia. —Daruu ojeó el techo, apesadumbrado. Ayame ya llevaba mucho tiempo encerrada. A pesar de que tuvieran permitido visitarla, Daruu también estaba empezando a impacientarse. Y no quería imaginarse lo que ella estaba sufriendo—. Bueno, Kokuo, creo que va siendo hora que nos despidamos por hoy. No puedo estar más tiempo aquí. —Se levantó—. Hasta mañana. Te quiero, Ayame, espero que estés llevándolo lo mejor que puedas —saludó también a su pareja con una sonrisa triste.
Luego, caminó hacia la salida, levantando la mano a modo de despedida última.
—¿Quién sabe? Quizás algún día nos veamos cara a cara.
Glups, Daruu tragó saliva. La idea, así de buenas a primeras, no se le antojaba apetecible.
Kokuo preguntó sobre nuevas.
—Lo siento, pero no. —El muchacho se encogió de hombros—. Puede que la única encerrada en el calabozo seas tú, pero a los demás nos tienen tan aislados o más en cuanto a información sobre vuestro caso se refiere. —Recordó un momento algo y rio en voz baja—. Zetsuo está hecho una furia. —Daruu ojeó el techo, apesadumbrado. Ayame ya llevaba mucho tiempo encerrada. A pesar de que tuvieran permitido visitarla, Daruu también estaba empezando a impacientarse. Y no quería imaginarse lo que ella estaba sufriendo—. Bueno, Kokuo, creo que va siendo hora que nos despidamos por hoy. No puedo estar más tiempo aquí. —Se levantó—. Hasta mañana. Te quiero, Ayame, espero que estés llevándolo lo mejor que puedas —saludó también a su pareja con una sonrisa triste.
Luego, caminó hacia la salida, levantando la mano a modo de despedida última.