16/01/2019, 21:50
Kiroe levantó una pierna y la cruzó sobre la otra. Apoyó los brazos, también cruzados, encima de la pierna, y se inclinó un poco hacia adelante para ver a Kokuo mejor, mientras se terminaba de poner en pie. El Gobi, con el cuerpo de Ayame, tenía una herida en el labio. Alguien la había golpeado. ¿Zetsuo, quizás? Había llegado a su conocimiento que había venido a visitarla hacía apenas unos días. Sí, debió ser él. Animal salvaje...
El bijuu le dedicó una pequeña puyita.
—Oh, vamos, Kokuo —rio Kiroe, perspicaz—. Es evidente que no estoy viendo a Ayame-chan, ¿así que por qué habría de decirte que he venido a verla? —Levantó un brazo y jugueteó con un mechón de su pelo, dándole vueltas mientras miraba, distraída, una interesante mancha en el techo—. Podríamos dejar el cinismo de un lado por un momento, ¿sí? Sé lo que andas tramando con mi hijo, de todas formas.
»Es un cacho de pan, ¿sabes? Mi pobre Daruucín. Siempre he creído que era un cobardica, o un vago, o demasiado cauto. Pero al final resulta que es todo lo contrario —dijo—. Su mera existencia es una paradoja. Nunca quiere inmiscuirse en nada que le sea ajeno. Y siempre acaba haciéndolo, movido por una fuerza llamada "no pude evitarlo". Jiji.
El bijuu le dedicó una pequeña puyita.
—Oh, vamos, Kokuo —rio Kiroe, perspicaz—. Es evidente que no estoy viendo a Ayame-chan, ¿así que por qué habría de decirte que he venido a verla? —Levantó un brazo y jugueteó con un mechón de su pelo, dándole vueltas mientras miraba, distraída, una interesante mancha en el techo—. Podríamos dejar el cinismo de un lado por un momento, ¿sí? Sé lo que andas tramando con mi hijo, de todas formas.
»Es un cacho de pan, ¿sabes? Mi pobre Daruucín. Siempre he creído que era un cobardica, o un vago, o demasiado cauto. Pero al final resulta que es todo lo contrario —dijo—. Su mera existencia es una paradoja. Nunca quiere inmiscuirse en nada que le sea ajeno. Y siempre acaba haciéndolo, movido por una fuerza llamada "no pude evitarlo". Jiji.