11/10/2015, 21:37
Aunque Blame y Daruu compartían, en cierta manera, un argumentario, las palabras que salían de Blame lo hacían siempre de manera más tosca, más oscura, como si muy dentro de él hubiera algo muy profundo y muy malo. Era una sensación que le removía algo en el estómago, y aunque Daruu no lo supiera, emanaba de su acompañante. Él lo achacó internamente a que seguía teniendo hambre. De más pizza.
Tras opinar que servir a alguien que no merece tener tu vida entre manos es de ovejas, Blame dijo que si hubieran nacido en la misma aldea, serían grandes amigos. Le dijo a Daruu que le caía muy bien. Daruu sonrió.
—Gracias, supongo —dijo.
Blame preguntó que si algún día Daruu le dejaría probar de su pizza, la que se convertiría, algún día, en la mejor del mundo.
—Por supuesto —dijo el chico—. ¿De qué sirve ser el mejor pizzero del mundo? ¿Dinero, fama? Sólo quiero tener el dinero suficiente para vivir. Reconozco que si la fama viene de que mi pizza está de muerte, me gustaría tenerla.
Suspiró, y fijó su mirada en la torre de madera.
—Pero en el fondo no es la fama. Es la cara de la gente cuando la pruebe. Es hacer disfrutar a los demás, hacer que se sientan bien. Que una pareja venga a tu local, pruebe tu comida y ambos salgan sonriendo, cogidos de la mano. Que un jonin pierda a un buen amigo en la guerra y varios días después otros amigos le inviten a pizza para consolarlo, y que ese grupo de ninjas salga riéndose y con la pena desahogada.
»Sentir que un pedacito de sabor puede hacer que en el mundo no sólo hay cosas malas.
Tras opinar que servir a alguien que no merece tener tu vida entre manos es de ovejas, Blame dijo que si hubieran nacido en la misma aldea, serían grandes amigos. Le dijo a Daruu que le caía muy bien. Daruu sonrió.
—Gracias, supongo —dijo.
Blame preguntó que si algún día Daruu le dejaría probar de su pizza, la que se convertiría, algún día, en la mejor del mundo.
—Por supuesto —dijo el chico—. ¿De qué sirve ser el mejor pizzero del mundo? ¿Dinero, fama? Sólo quiero tener el dinero suficiente para vivir. Reconozco que si la fama viene de que mi pizza está de muerte, me gustaría tenerla.
Suspiró, y fijó su mirada en la torre de madera.
—Pero en el fondo no es la fama. Es la cara de la gente cuando la pruebe. Es hacer disfrutar a los demás, hacer que se sientan bien. Que una pareja venga a tu local, pruebe tu comida y ambos salgan sonriendo, cogidos de la mano. Que un jonin pierda a un buen amigo en la guerra y varios días después otros amigos le inviten a pizza para consolarlo, y que ese grupo de ninjas salga riéndose y con la pena desahogada.
»Sentir que un pedacito de sabor puede hacer que en el mundo no sólo hay cosas malas.