17/01/2019, 00:28
(Última modificación: 17/01/2019, 00:36 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Por supuesto, Kiroe se sabía en una posición de dominancia. Si la información era poder –y lo era, créanme–, Kiroe era una reina en comparación con la mendiga que sospechaba tras los barrotes. Pero lejos de abusar de dicho poder, la pastelera simplemente se divertía. Como el maestro aventajado que disfruta de engañar al alumno en un duelo de espadas con bokken.
—Le viene de familia, ¿sabes? —continuó, ignorando de momento el requerimiento de Kokuō—. Como él, yo tampoco puedo dejar de inmiscuirme en asuntos ajenos. Aunque... de una forma... diferente —rio—. Qué le voy a hacer. Es mi trabajo. —Kiroe se inclinó hacia adelante. Clavó sus dos ojos púrpura sobre el aguamarina de Kokuō. De pronto, la curvatura de sus labios desapareció—. Kokuō. Me pareces un ser inteligente. Eres educada, pero me preocupa que tu lengua de plata esconda una mala intención.
»No tengo ningún problema en ayudarte... o en permitir que los muchachos te ayuden. Pero te lo advierto, no les traiciones después. Porque se me da genial matar traidores.
»Y pasaré por encima de tu cadáver, seas humana, un bijuu o el mismísimo Rikudō. —Kiroe se levantó, soltó una risilla, dejó la silla en su sitio y se marchó silbando una dulce canción—. ¡Quién sabe, igual un día puedas probar mis bollitos!
»Hasta otra~...
—Le viene de familia, ¿sabes? —continuó, ignorando de momento el requerimiento de Kokuō—. Como él, yo tampoco puedo dejar de inmiscuirme en asuntos ajenos. Aunque... de una forma... diferente —rio—. Qué le voy a hacer. Es mi trabajo. —Kiroe se inclinó hacia adelante. Clavó sus dos ojos púrpura sobre el aguamarina de Kokuō. De pronto, la curvatura de sus labios desapareció—. Kokuō. Me pareces un ser inteligente. Eres educada, pero me preocupa que tu lengua de plata esconda una mala intención.
»No tengo ningún problema en ayudarte... o en permitir que los muchachos te ayuden. Pero te lo advierto, no les traiciones después. Porque se me da genial matar traidores.
»Y pasaré por encima de tu cadáver, seas humana, un bijuu o el mismísimo Rikudō. —Kiroe se levantó, soltó una risilla, dejó la silla en su sitio y se marchó silbando una dulce canción—. ¡Quién sabe, igual un día puedas probar mis bollitos!
»Hasta otra~...