18/01/2019, 18:40
—¿Por qué lo hiciste? —escuchó a Daruu, más allá de las rejas. Sonaba visiblemente molesto, y la verdad es que no era para menos—. ¿Es lo primero que vas a hacer cuando te saquemos de la jaula del sello, reventarnos la cabeza contra algo? —añadió, acercando la silla un poco más para poder bajar la voz—. ¿Sabes lo difícil que lo voy a tener a partir de ahora para veros? ¿Tan mal nos hemos portado nosotros dos contigo para que nos castigues de esta manera? — Entiendo tu rencor y también entiendo que no quieras volver a ser la que está dentro del sello, pero por una vez, por una vez en muchos años nos tenías de tu parte.
Kokuō gruñó ligeramente y, sin volverse siquiera hacia la posición del muchacho, se limitó a colocarse boca arriba en el colchón.
—Porque no cumplirán su palabra. No se puede confiar en la palabra de un humano —respondió, tan convencida como si afirmara que el cielo es azul o que siempre llueve en Amegakure—. La señorita saldrá, y ustedes no tardarán en olvidarse de mí.
»Y aunque no lo hicieran —añadió, antes de que Daruu la interrumpiera (porque estaba convencida de que lo haría)—, ¿qué piensan hacer? ¿Acaso conocen Fūinjutsu? ¿Acaso se creen más poderosos que los expertos de la Arashikage o que esos malditos Uzumaki de Uzushiogakure?
»Y aunque lo fueran... Es imposible. El chakra de la señorita se entrelaza con el mío con una fuerza que no sois siquiera capaces de imaginar —explicó, juntando ambas manos en el aire y entrelazando los dedos. Después hizo el amago de separarlas con un ligero temblor, como si le estuviera costando hacerlo. Al final las separó con un violento movimiento y dejó caer una de las dos manos—. Y si nos separan, ella morirá. No podemos vivir la una sin la otra. O, más bien, ella sin mí.
»Estoy destinada a estar encerrada en ella, y no hay nada que pueda solucionarlo. Excepto la reversión del sello, claro.
Kokuō gruñó ligeramente y, sin volverse siquiera hacia la posición del muchacho, se limitó a colocarse boca arriba en el colchón.
—Porque no cumplirán su palabra. No se puede confiar en la palabra de un humano —respondió, tan convencida como si afirmara que el cielo es azul o que siempre llueve en Amegakure—. La señorita saldrá, y ustedes no tardarán en olvidarse de mí.
»Y aunque no lo hicieran —añadió, antes de que Daruu la interrumpiera (porque estaba convencida de que lo haría)—, ¿qué piensan hacer? ¿Acaso conocen Fūinjutsu? ¿Acaso se creen más poderosos que los expertos de la Arashikage o que esos malditos Uzumaki de Uzushiogakure?
»Y aunque lo fueran... Es imposible. El chakra de la señorita se entrelaza con el mío con una fuerza que no sois siquiera capaces de imaginar —explicó, juntando ambas manos en el aire y entrelazando los dedos. Después hizo el amago de separarlas con un ligero temblor, como si le estuviera costando hacerlo. Al final las separó con un violento movimiento y dejó caer una de las dos manos—. Y si nos separan, ella morirá. No podemos vivir la una sin la otra. O, más bien, ella sin mí.
»Estoy destinada a estar encerrada en ella, y no hay nada que pueda solucionarlo. Excepto la reversión del sello, claro.