El reencuentro de los intrépidos

[Uchiha Datsue]

Nabi tenía razón, el Uchiha solía tener colocadas muchas trampas en su casa para evitar que nadie entrase. Hubo una época en la que los Sakamoto se la tenían jurada, que, incluso, sellaba su vivienda con el Gofū Kekkai. Pero al final había acabado bajando la guardia. Le había entrado pereza, tener que andar poniendo y quitando sellos cada vez que bajaba a dar un paseo —que eran mínimo tres veces al día desde que tenía a Datsuse—.

Pero era cierto, más le valía volver a coger la costumbre.

—El plan es aplastarles las cabezas con mis propias manos, Nabi. —Le parecía un plan sencillo pero tremendamente eficaz. Sin embargo, hubo algo dicho por Eri que le llamó poderosísimamente la atención: entrenar duro y estar preparados—. ¿Cuánto hace que no luchamos entre nosotros? ¿Desde la Academia? —preguntó—. ¿Qué me decís si hacemos un pequeño combate de entrenamiento? —Entrenar solo estaba bien, pero si la experiencia le había enseñado algo, es que uno mejoraba verdaderamente cuando luchaba contra otros. No era casualidad que su tremenda mejora se diese justo cuando se empezó a llevar y a practicar con Akame—. Y así me bajáis un poco los humos, ¿eh? Que últimamente escucho a todo uzujin diciendo que soy el ninja más fuerte de la Villa, y me viene bien una lección.