26/01/2019, 15:40
El niño balanceó la cabeza hacia izquierda y hacia la derecha, divertido. Como si todo aquello no fuera más que un juego. Como si no estuviera en un calabozo, en una cárcel. Había encontrado un juguete que satisfacía toda su curiosidad. El gato miró a Kokuo unos segundos, como pensándose si decirle su nombre o no.
—Ummh... veamos... —vaciló— ...mi nombre es... —De pronto, giró la cabeza hacia la puerta. Su sonrisa desapareció. Dirigió una breve mirada a Kokuo y le guiñó el ojo.
¡Puff!, desapareció en una breve nubecilla de humo.
Las puertas del calabozo se abrieron. un guardia con una linterna cegó a Kokuo.
—¡Ya vale de hablar sola! ¡Duérmete! —¡Pom!
—Ummh... veamos... —vaciló— ...mi nombre es... —De pronto, giró la cabeza hacia la puerta. Su sonrisa desapareció. Dirigió una breve mirada a Kokuo y le guiñó el ojo.
¡Puff!, desapareció en una breve nubecilla de humo.
Las puertas del calabozo se abrieron. un guardia con una linterna cegó a Kokuo.
—¡Ya vale de hablar sola! ¡Duérmete! —¡Pom!