28/01/2019, 19:20
Los tiempos que corrían no eran buenos para salir de la villa, pero aquel día, la joven kunoichi del remolino decidió salir a visitar el Lago de Shiona, al cual no había ido hacía un largo periodo de tiempo. Se sentía con ganas de ver a su anterior Uzukage y contarle todo lo que había pasado en su ausencia, pues al final terminaba por creerse que ella podía continuar su legado, aunque fuese solo una pequeña parte del mismo.
Así que allí se encontraba, saltando de árbol en árbol porque le apetecía un poco de movimiento, algo de rapidez, que la dejase viajar sintiendo el viento acariciar su sonrosado rostro, hasta que su mirada azulada viajó hasta el río que seguía el rastro de árboles por los que viajaba, encontrándose con una barcaza parada cerca de su posición con un hombre...
Azul.
Y un recuerdo fugaz del Examen de Chuunin pasó por su mente.
¿Ese no era...?
—¿Umikiba Kaido? —terminó en voz alta, fijándose en aquel chico, y, sin esperar mucho más, decidió acercarse por si necesitaba ayuda.
Así que allí se encontraba, saltando de árbol en árbol porque le apetecía un poco de movimiento, algo de rapidez, que la dejase viajar sintiendo el viento acariciar su sonrosado rostro, hasta que su mirada azulada viajó hasta el río que seguía el rastro de árboles por los que viajaba, encontrándose con una barcaza parada cerca de su posición con un hombre...
Azul.
Y un recuerdo fugaz del Examen de Chuunin pasó por su mente.
¿Ese no era...?
—¿Umikiba Kaido? —terminó en voz alta, fijándose en aquel chico, y, sin esperar mucho más, decidió acercarse por si necesitaba ayuda.