29/01/2019, 00:32
—FUUUUCK! —soltó el maltrecho amejin, tras el dolor que sintió al agitar el brazo. Las lágrimas le nublaron la vista, al menos hasta que sintiera la necesidad de sacárselas de encima para ver aquello que se movió, de pronto, allá en la mesita de noche.
Era un cuervo. Negro como la mismísima noche. O mejor dicho, como la tinta. Porque sí, no lucía real. Sino como una caricatura, un dibujo vivo. Miraba a Roga con intriga y sin mover ni una sola pluma.
Parecía estar vigilándole.
Era un cuervo. Negro como la mismísima noche. O mejor dicho, como la tinta. Porque sí, no lucía real. Sino como una caricatura, un dibujo vivo. Miraba a Roga con intriga y sin mover ni una sola pluma.
Parecía estar vigilándole.